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FE, PATRIARCADO Y POLÍTICA


Imágen: José Luis Toledo Bravo 




Fe, patriarcado y política 


Para Leonardo Boff, (2014), teólogo (1), política “es la búsqueda del bien común”. 

Según este teólogo, la fe tiene que ver con Dios y su revelación. Pero está dentro de la sociedad y es uno de los factores creadores de opinión y de decisión. “Es como una bicicleta: se vuelve efectiva en la sociedad sobre dos ruedas, la rueda de la religión y la rueda de la política. 

La rueda de la religión se concretiza por la oración, las celebraciones, las predicaciones y la lectura de las Escrituras. Por esos medios se forman convicciones que están en la base de las decisiones concretas. 

La segunda rueda es la de la política. La fe se expresa por la práctica de la justicia, de la solidaridad, y la denuncia de las opresiones. Como se ve, política aquí es sinónimo de ética. Tenemos que aprender a mantener el equilibro sobre esas dos ruedas, para poder caminar correctamente. 

La Biblia considera la rueda de la política (ética) como más importante que la rueda de la religión como culto. Sin la ética, la fe queda vacía e inoperante. Son las prácticas y no las prédicas las que cuentan para Dios. No adelanta decir «Señor, Señor» y organizar toda una celebración; es más importante hacer la voluntad de Dios-Diosa, que es amor, misericordia, justicia, cosas todas ellas prácticas, y por tanto éticas, como participar en una manifestación obrera, entrar en un sindicato o en un grupo de derechos humanos.” 

En lo concreto, fe y política se encuentran juntas en la vida de las personas. La política es una dimensión de la fe concreta de la persona en la medida en que vive la fe sobre sus dos ruedas: fe como culto y fe como ética, como práctica de justicia y como espiritualidad.

 La fe incluye la política, es decir: “un cristiano, por el hecho de serlo, debe comprometerse con la justicia y con el bienestar social; también debe optar por programas y personas que se aproximen lo más posible a aquello que entendió ser el proyecto de Jesús, el proyecto de Dios en la historia.” 

Del Evangelio no se deduce, dice Boff, directamente el apoyo a un determinado partido, ni el deber de votar a una persona, ni cuánto debe ser el salario mínimo. El Evangelio no ofrece soluciones, sino inspiraciones. 

Una política liberadora: no basta reformar la sociedad que está ahí; importa construir otro modelo de sociedad que permita más inclusión mediante la participación, la justicia social y la dignidad; la liberación requiere tal proyecto, cosa que una simple reforma no consigue. 

Dice al respecto que “La fe cristiana y el evangelio ofrecen criterios de orientación política, algunos de los cuales queremos enumerar: 

“-una política liberadora a partir de las mayorías pobres y excluidas: debe comenzar bien abajo, para no dejar a nadie fuera 
-una política liberadora que use métodos liberadores, o sea, que use procesos que posibiliten la participación del pueblo, de abajo para arriba, y de dentro para afuera; esa política pretende otro tipo de democracia 
-una política que use medios transparentes, como la verdad, la resistencia activa, la razón solidaria. Para la creación de una sociedad justa y pacífica los medios deben ser también justos y pacíficos...” 

Termina Boff, concluyendo: la memoria peligrosa de Jesús 

“Los cristianos no deben nunca olvidar que somos herederos de la memoria peligrosa y libertaria de Jesús. Por causa de su compromiso con el proyecto del Dios de la Vida y con los humillados y ofendidos de su tiempo, fue perseguido, hecho prisionero político, torturado y condenado en la cruz, el peor castigo político-religioso de su tiempo. Si resucitó fue para, en nombre de ese Dios de la Vida, animar la insurrección contra una política social y partidaria que penaliza al pueblo -especialmente a los más pobres-, elimina a los profetas y a los predicadores de una justicia mayor y fortalece a todos los que anhelan una sociedad nueva con una relación liberadora para con la naturaleza, para con todos/as y para con Dios.” 

En la actualidad, en Chile, se ha profundizado una política centrada en la economía de libre mercado, tomando un protagonismo especial la mercantilización de la vida humana, el extractivismo sin límites de nuestros principales recursos naturales, la privatización de los bienes comunes (educación, salud, previsión social); la precarización y flexibilidad laboral, el aumento del uso de las tarjetas de crédito (gran invención de los 80) para mantener de esa forma a una población acrítica y arribista. 

Por otro lado, amplios sectores de la población manifiestan su disconformidad a este sistema inequitativo, los empleados públicos de la salud, enfrentan a diario las injusticias sociales. El profesorado, a través del sistema municipalizado de la educación vive cada fin de año escolar la incertidumbre de las contrataciones que son dirigidas y manipuladas. 

Los campesinos/as y sus familias han sido expulsados paulatinamente del campo y una nueva geografía económica se ha instalado, erradicando la agricultura campesina para sustituirla por una economía agro exportadora de grandes extensiones de tierras agrícolas. 


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(1) Cfr. Boff, Leonardo (2014) Agenda Latinoamericana “Fe y política” Información sobre los servicios Koinonia, 2008, Brasil
http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=664 




Ana Luisa Muñoz Flores. Chile- Diciembre de 2016

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