Imágen: "Ensoñación"- Ana Luisa muñoz Flores
EL CUERPO DE LA MUJER COMO TEMPLO SAGRADO
El cuerpo es el templo sagrado y el lugar de
revelación de Dios-Diosa, en nuestro corazón. De manifestación de nuestros
miedos, nuestras alegrías y esperanzas, nuestros deseos y anhelos más
profundos. Es el que se transforma en lágrimas,
en gritos de dolor, en fuga y escalofríos, en risas y caricias, en
descanso y movimiento. Es el que se transforma en ritmo al abrirse a la música
que escucha.
EI cuerpo es lugar de encuentro, en primer
lugar, con nosotras mismas, con nuestra debilidad y nuestra fuerza, con
nuestras heridas y nuestros temores, con nuestras energías y nuestras riquezas
y posibilidades, con nuestra capacidad de gozar y de disfrutar.
En segundo lugar, es espacio de encuentro con
otras mujeres y otros hombres. Amar y ser amada es experiencia de crecimiento
en libertad. Significa reconocer y acoger nuestra necesidad de cercanía, de
proximidad física que se ofrece y se recibe, en la construcción de nuestra
existencia compartida.
Acariciar, abrazar, dar un beso, recostarse
confiadamente en el hombro de una amiga a un amigo, entrelazar nuestras manos
sin temor ... significa establecer lazos de comunión profundos con quienes
comparten con nosotras el camino de la historia, y sentirnos vivificadas por el
placer que entraña.
Nuestro cuerpo sintoniza con el lenguaje de
otros cuerpos. Siente en sí mismo la frialdad de la distancia o el calor de la
cercanía, la alegría del encuentro o el dolor del rechazo. Las miradas que se
cruzan o se evitan, el tacto que recrea a que subyuga. En tercer lugar, el
cuerpo es lugar de encuentro con el cosmos. Sentir los latidos de nuestro
corazón al ritmo del latir de la vida en la naturaleza.
Empapar nuestros ojos de la belleza de las
flores y los montes, los valles y los ríos. Dejar que la noche y el día, la
primavera y el Olano sintonicen con los tiempos y cambios de nuestro propio
cuerpo. EI cuerpo tiene sus estaciones. Tiene estaciones para descansar, para
activarse; hay estaciones para recordar, para cuidarse y sanar. Nuestro cuerpo
tiene sus horas del día y de la noche.
Nuestros sentidos tienen su estación favorita. Nuestros órganos también tienen su estación. Por último, el cuerpo es lugar privilegiado del encuentro con Dios-Diosa: el corazón. Su Palabra se hace carne en cada poro de nuestra piel, se hace historia presente y palpable en la inmediatez de nuestros gestos y palabras.
Nuestros sentidos tienen su estación favorita. Nuestros órganos también tienen su estación. Por último, el cuerpo es lugar privilegiado del encuentro con Dios-Diosa: el corazón. Su Palabra se hace carne en cada poro de nuestra piel, se hace historia presente y palpable en la inmediatez de nuestros gestos y palabras.
Contemplar nuestro cuerpo, dejarle que en su
movimiento se exprese en lo más hondo de nuestro ser, liberar la ternura
contenida en nuestras manos, en nuestra voz, en nuestro rostro... es acoger y
abrazar al Dios-Diosa que se derrama en ternura hacia nosotros; es establecer
un dialogo liberador desde nuestra verdad rnás profunda.
Cuando dejamos que el sol acaricie nuestro
cuerpo, cuando nuestra mirada se inunda de belleza, cuando el lIanto nos
estremece... ahí está Dios-Diosa. Sin embargo, en múltiples ocasiones el cuerpo
de las mujeres ha sido maltratado y agredido.
Se Ie ha negado su capacidad de sentir y de gozar, se Ie ha culpabilizado y estigmatizado. Se han controlado y estipulado sus modos de expresarse y de entregarse. Y en especial, toda nuestra realidad sexuada que ha sido vista casi exclusivamente en términos de genitalidad, propio de una mentalidad patriarcal.
Se Ie ha negado su capacidad de sentir y de gozar, se Ie ha culpabilizado y estigmatizado. Se han controlado y estipulado sus modos de expresarse y de entregarse. Y en especial, toda nuestra realidad sexuada que ha sido vista casi exclusivamente en términos de genitalidad, propio de una mentalidad patriarcal.
Expresiones como vergüenza, pecado, gestos
prohibidos, suciedad, culpabilidad, bajas pasiones... forman parte del contexto
que ha enmarcado la vivencia de nuestra sexualidad. Nuestra identidad como
mujeres seguirá quebrada mientras el tabú, los dobles lenguajes y el silencio
siga siendo lo prioritario. Es preciso adentrarnos en el conocimiento de
nuestro cuerpo, atrevernos a nombrar nuestros deseos, nuestras necesidades, reconocernos
y celebrarnos en que nos causa placer y satisfacción, es preciso romper las
fuentes de poder que nos mantienen atadas y abrirnos a la potencia vivificante
que nace de · nosotras mismas, también de nuestra sexualidad.
Cuando nos adentramos en este camino
apasionante sentimos la necesidad de volvernos creativamente hacia la Palabra
de Dios-Diosa y nos urge releer los
textos bíblicos desde nuestro cuerpo de mujer.
Es indudable la influencia que la Biblia ha
tenido y sigue teniendo en nuestras existencias, y también en el modo de vivenciar
nuestro cuerpo. No siempre, ni los textos ni sus interpretaciones han sido
liberadoras y potenciadoras.
No siempre, nos han llevado a experimentarnos
satisfechas y felices por el hecho de ser mujeres, sino que en muchas ocasiones
han reforzado una imagen de mujer débil, disminuida, impura, obediente al
varón, destinada a la procreación.
Desde algunos de ellos, se han minado las
bases de nuestra autoestima y se ha justificado nuestra marginación y
auto-marginación. La reflexión bíblica se ha mantenido ausente de estas
preocupaciones. Llevada adelante durante siglos y siglos exclusivamente por algunos
varones célibes. No han dialogado con estas realidades, ha hecho desde
presupuestos meramente filosóficos y metafísicos, o
más desde preocupaciones morales.
Los mismos textos, gestados al interior del patriarcado, nos han transmitido una ética de la corporeidad, en gran medida, represiva y negativa. La antropología bíblica aún no ha afrontado directa y abiertamente el diálogo con una de las preocupaciones que actualmente ocupa el centro de las experiencias, reflexiones e inquietudes contemporáneas: la mujer, y más en concreto su dimensión corporal.
Categorías como genera y corporalidad son decisivas en las investigaciones y experiencias de muchas mujeres, y cada vez, de más hombres. Pierre Bourdieu, citado por Bianciott (1) afirma que la socialización diferenciada según sexo/género se inscribe en los cuerpos, moldeándolos de forma particular, marcándoles límites y posibilidades.
Que el disciplinamiento de los cuerpos produce hábitos diferenciados y diferenciadores que determinan una somatización de las relaciones de dominación. Que en el cuerpo se hacen carne las relaciones sociales de poder, que él las contiene, las expresa, las somatiza. Judith Butler pone en cuestión aquellas concepciones que han desestimado al cuerpo considerándolo una facticidad muda a la espera de ser significada a través de una conciencia trascendente e inmaterial.
Se pregunta qué es lo que ha apartado al
cuerpo “como algo indiferente a la significación, y a [ella] como el acto de
una conciencia desencarnada” (Butler, 2007: 255).
En Bourdieu es en el cuerpo en donde
se teje la subordinación, la somatización de la dominación, la experiencia
dóxica con el orden social.
En Butler el cuerpo como materialidad que se estiliza iterativamente produce sujetos, produce devenires identitarios: “El principal mecanismo de dominación opera a través de la manipulación inconsciente del cuerpo” (Bourdieu, 2003: 299).
Esto implica que el orden de las cosas se hace carne en los cuerpos, que los cuerpos son producto y reflejo de las condiciones en las que viven, condiciones que forman sujetos particulares a través de un trabajo de incorporación de unos esquemas de percepción que, producidos socialmente, se aprehenden. individualmente en diálogo con las prerrogativas sociales y bajo un proceso de monitoreo colectivo.
Las
posiciones que ocupamos dentro de las jerarquías del orden social devienen
habitus; nos convertimos así en sujetos distinguidos o vulgares, en sujetos
feminizados o masculinizados, entre otros: “(…) el espacio de las posiciones
sociales se retraduce en un espacio de tomas de posición a través del espacio
de las disposiciones (o de los habitus) (…)El habitus es ese principio
generador y unificador que retraduce las características intrínsecas y
relacionales de una posición en un estilo de vida unitario, es decir un
conjunto unitario de elección de personas, de bienes y de prácticas”
(Bianciott, 2011).
Tanto
mujeres como varones, incluimos en nuestro aprendizaje de la identidad de
género como uno de nuestros valores el cuerpo (cuando se es joven o
maduro-a admirado-a/criticado-a por los-as demás) y que ser evaluado por
ello es parte intrínseca y totalmente normal de nuestro ser mujer u hombre.
¡Cuánto sufrimiento malgastado, cuánto tiempo derrochado, cuando nuestro cuerpo
no cumple con el modelo impuesto!
Pilar Pascual (2), pastor, plantea que la belleza, término abstracto donde los haya, subjetivo, generador de discusión, debate y por supuesto, controversia en todos los campos donde se intenta definir.
Todos excepto cuando hablamos de la belleza femenina-masculina, en la que parece haber un acuerdo casi total, que sólo varía dependiendo del momento histórico.
En la actualidad, parece que son bellas las mujeres jóvenes, blancas, caucásicas, extremadamente delgadas, mejor rubias, mejor con labios y pómulos abultados, clavículas marcadas, pechos generosos y por supuesto occidentales, porque este modelo-tipo lo impone occidente.
En cada época histórica, en las sociedades patriarcales se decide el canon de belleza que debe regir, normalmente muy difícil de cumplir para la mayoría de las mujeres u hombres, y se convierte en uno de sus referentes para casi todas las mujeres u hombres en dicha sociedad.
Así es como aprendemos a valorar nuestro bienestar, en función de que nuestro cuerpo se acerque más, o menos a dicho canon.
Todas sabemos el tiempo que consumimos pensando si nuestro cuerpo está bien o mal, si entra en un pantalón o en otro, y todo el sufrimiento y amargura que esto genera. Ahora vamos a intentar un ejercicio de imaginación: ¿qué sería del mundo si las mujeres y hombres hubieran aprovechado todo ese tiempo y esfuerzo, en algún objetivo más productivo y beneficioso para todas/os nosotras/os? Seguramente el mundo sería otro.
Pilar Pascual (2), pastor, plantea que la belleza, término abstracto donde los haya, subjetivo, generador de discusión, debate y por supuesto, controversia en todos los campos donde se intenta definir.
Todos excepto cuando hablamos de la belleza femenina-masculina, en la que parece haber un acuerdo casi total, que sólo varía dependiendo del momento histórico.
En la actualidad, parece que son bellas las mujeres jóvenes, blancas, caucásicas, extremadamente delgadas, mejor rubias, mejor con labios y pómulos abultados, clavículas marcadas, pechos generosos y por supuesto occidentales, porque este modelo-tipo lo impone occidente.
En cada época histórica, en las sociedades patriarcales se decide el canon de belleza que debe regir, normalmente muy difícil de cumplir para la mayoría de las mujeres u hombres, y se convierte en uno de sus referentes para casi todas las mujeres u hombres en dicha sociedad.
Así es como aprendemos a valorar nuestro bienestar, en función de que nuestro cuerpo se acerque más, o menos a dicho canon.
Todas sabemos el tiempo que consumimos pensando si nuestro cuerpo está bien o mal, si entra en un pantalón o en otro, y todo el sufrimiento y amargura que esto genera. Ahora vamos a intentar un ejercicio de imaginación: ¿qué sería del mundo si las mujeres y hombres hubieran aprovechado todo ese tiempo y esfuerzo, en algún objetivo más productivo y beneficioso para todas/os nosotras/os? Seguramente el mundo sería otro.
Pero, en
realidad, ¿a quién interesa que estemos embobadas en la absurda tarea de
conseguir, la mayoría de las veces, un imposible?
Contestar a esta pregunta es llegar al fondo de la cuestión, al hecho de que incitar a las mujeres y hombres desde pequeñitas/os a perseguir un canon de belleza absurdo, es tenerlas/os muy ocupadas/os y aturdidas/os, para así mantener la esencia del sistema social patriarcal y que sus medios de comunicación sigan ejerciendo el poder y el control.
Contestar a esta pregunta es llegar al fondo de la cuestión, al hecho de que incitar a las mujeres y hombres desde pequeñitas/os a perseguir un canon de belleza absurdo, es tenerlas/os muy ocupadas/os y aturdidas/os, para así mantener la esencia del sistema social patriarcal y que sus medios de comunicación sigan ejerciendo el poder y el control.
Como
siempre, no dejamos de sorprendemos ante la tremenda sutileza y sobre
todo, la gran eficacia educativa del machismo.
La
fórmula que nos venden es la siguiente: si quieres aliviar tus
sufrimiento(paradójicamente), quítate el doble mentón, succiónate la celulitis,
ponte otra nariz, rellena tus labios, borra tus rasgos étnicos, aumenta tus
pechos, o inyéctate una toxina botulínica (botox) para rellenar tus arrugas
(eso sí cada cuatro meses, que no es eterna), entonces serás
feliz (ligarás mucho, conseguirás un hombre o una mujer, el ascenso que
esperabas,…) y tendrás más éxito (en todo lo que te propongas),
porque parecerás más joven.
El culto al cuerpo y a
la juventud en la actualidad se está convirtiendo en una de las mayores
obsesiones de las personas.
Según Marta
Iglesias (2006) (3) el dinero que actualmente el primer mundo invierte en
cremas, tratamientos de belleza, gimnasios y cirugía estética, permitiría
reducir significativamente hambre y enfermedades.
Mientras que los estadounidenses son los que
gastan más dinero en este concepto, España tiene el dudoso honor de ser el
primer país de la UE en operaciones de cirugía estética. La belleza se ha
convertido en un objeto de consumo al alcance de todos, que nos promete
juventud de por vida.
Prosigue Marta Iglesias que en
cualquier revista de las consideradas femeninas, pero también en suplementos
dominicales y en la sección de belleza de los semanarios de política es posible
encontrar reportajes dedicados a las nuevas cremas del mercado.
A través de ellos, comenta
Iglesias, el gran público sabe que la crema por la que sienten debilidad las
famosas cuesta 210€, o cuál es la antiarrugas más conocida del mundo por su
eficacia y su asequible precio de 12€. Todos los sectores sociales se han
rendido al llamado mercado de la eterna juventud, a la lucha contra la arruga,
e invierten lo que pueden en ello.
De hecho, hay estudios que
afirman que entre los ciudadanos de EE.UU. y Europa se gastan al año 20.000
millones de dólares en la compra de cosméticos, cantidad con la que se podría
alfabetizar tres veces la población del planeta.
Se puede preguntar por qué esa obsesión
por combatir la arruga. Elena Gismero (citada por Iglesias), Doctora en
Psicología de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, asegura que
"hay una presión social importantísima hacia dos cosas: la delgadez y la
juventud. Parece que tener arrugas o signos de envejecimiento es un
problema".
La necesidad de una piel sin arrugas, firme,
sin manchas, con poros cerrados y sin granos ha ido más allá que las simples
cremas, las limpiezas de cutis y los tratamientos que practica la esteticista.
Según un informe de la Sociedad Internacional
de Cirugía Plástica y Estética, coa (ISAPS), continúa Iglesias, el bótox es el
tratamiento más demandado del mundo. No entra en la categoría de cirugía porque
no es una operación, sino que mediante un pinchazo se inyecta bajo la piel del
cliente una ínfima dosis de la toxina botulínica tipo A.
Este líquido paralizante es un
veneno que actúa localmente, bloqueando los impulsos nerviosos que controlan
los movimientos musculares. Así, la frente no se arrugará aunque reciba la
orden de fruncir el ceño, dando la apariencia de piel sin arrugas.
Termina
Iglesias, que a través de los medios de comunicación difícilmente recibiremos el mensaje de que somos bellos tal y como estamos, porque
nuestra insatisfacción corporal genera cantidades ingentes de dinero para los
fabricantes de cosméticos, los gimnasios, las esteticistas, los centros
estéticos, los cirujanos.
Los psicólogos habitualmente están de acuerdo,
en que sólo la aceptación de uno-a mismo-a, la reflexión profunda y la
capacidad crítica nos llevarán por caminos personales que cuestionen las normas
que el exterior nos marca.
Para ayudarnos en la tarea, Elena Gismero nos
da una definición de belleza sobre la que merece la pena reflexionar: "La
belleza no es como una foto fija, sino que está formada de muchas cosas. El
bienestar con uno-a no se refleja solamente en el físico sino también en la
forma de hablar, en la seguridad, los movimientos corporales, los gestos, la
expresividad.
Eso forma parte del encanto y el atractivo de una persona. No es malo cuidar la estética, pero no es lo único de lo que nos deberíamos ocupar. Hay dimensiones más profundas en nosotros para cuidar". Mientras, millones de euros engrosan las cuentas de médicos y multinacionales.
Las posiciones que ocupamos dentro de las
jerarquías del orden social devienen habitus; nos convertimos así en sujetos
distinguidos o vulgares, en sujetos feminizados o masculinizados, entre otros:
“(…) el espacio de las posiciones sociales se retraduce en un espacio de tomas
de posición a través del espacio de las disposiciones (o de los habitus) (…)El
habitus es ese principio generador y unificador que retraduce las
características intrínsecas y relacionales de una posición en un estilo de vida
unitario, es decir un conjunto unitario de elección de personas, de bienes y de
prácticas” (Bianciott, 2011).
Tanto mujeres como varones, incluimos en
nuestro aprendizaje de la identidad de género como uno de nuestros valores el
cuerpo (cuando se es joven o maduro-a admirado-a/criticado-a por los-as
demás) y que ser evaluado por ello es parte intrínseca y totalmente normal de
nuestro ser mujer u hombre. ¡Cuánto sufrimiento malgastado, cuánto tiempo
derrochado, cuando nuestro cuerpo no cumple con el modelo impuesto!
Pilar Pascual (2), pastor, plantea que la belleza, término abstracto donde los haya, subjetivo, generador de discusión, debate y por supuesto, controversia en todos los campos donde se intenta definir.
Todos excepto cuando hablamos de la belleza femenina-masculina, en la que parece haber un acuerdo casi total, que sólo varía dependiendo del momento histórico.
Pilar Pascual (2), pastor, plantea que la belleza, término abstracto donde los haya, subjetivo, generador de discusión, debate y por supuesto, controversia en todos los campos donde se intenta definir.
Todos excepto cuando hablamos de la belleza femenina-masculina, en la que parece haber un acuerdo casi total, que sólo varía dependiendo del momento histórico.
En la actualidad, parece que son bellas las mujeres jóvenes, blancas,
caucásicas, extremadamente delgadas, mejor rubias, mejor con labios y pómulos
abultados, clavículas marcadas, pechos generosos y por supuesto occidentales,
porque este modelo-tipo lo impone occidente.
En cada época histórica, en las sociedades patriarcales se decide el canon de
belleza que debe regir, normalmente muy difícil de cumplir para la mayoría de
las mujeres u hombres, y se convierte en uno de sus referentes para casi todas
las mujeres u hombres en dicha sociedad.
Así es como aprendemos a valorar nuestro bienestar, en función de que nuestro cuerpo se acerque más, o menos a dicho canon.
Todas sabemos el tiempo que consumimos pensando si nuestro cuerpo está bien o mal, si entra en un pantalón o en otro, y todo el sufrimiento y amargura que esto genera. Ahora vamos a intentar un ejercicio de imaginación: ¿qué sería del mundo si las mujeres y hombres hubieran aprovechado todo ese tiempo y esfuerzo, en algún objetivo más productivo y beneficioso para todas/os nosotras/os? Seguramente el mundo sería otro.
Así es como aprendemos a valorar nuestro bienestar, en función de que nuestro cuerpo se acerque más, o menos a dicho canon.
Todas sabemos el tiempo que consumimos pensando si nuestro cuerpo está bien o mal, si entra en un pantalón o en otro, y todo el sufrimiento y amargura que esto genera. Ahora vamos a intentar un ejercicio de imaginación: ¿qué sería del mundo si las mujeres y hombres hubieran aprovechado todo ese tiempo y esfuerzo, en algún objetivo más productivo y beneficioso para todas/os nosotras/os? Seguramente el mundo sería otro.
Pero, en realidad, ¿a quién interesa que
estemos embobadas en la absurda tarea de conseguir, la mayoría de las veces, un
imposible?
Contestar a esta pregunta es llegar al fondo de la cuestión, al hecho de que incitar a las mujeres y hombres desde pequeñitas/os a perseguir un canon de belleza absurdo, es tenerlas/os muy ocupadas/os y aturdidas/os, para así mantener la esencia del sistema social patriarcal y que sus medios de comunicación sigan ejerciendo el poder y el control.
Contestar a esta pregunta es llegar al fondo de la cuestión, al hecho de que incitar a las mujeres y hombres desde pequeñitas/os a perseguir un canon de belleza absurdo, es tenerlas/os muy ocupadas/os y aturdidas/os, para así mantener la esencia del sistema social patriarcal y que sus medios de comunicación sigan ejerciendo el poder y el control.
Como siempre, no dejamos de sorprendemos ante
la tremenda sutileza y sobre todo, la gran eficacia educativa del machismo.
La fórmula que nos venden es la
siguiente: si quieres aliviar tus sufrimiento(paradójicamente), quítate el
doble mentón, succiónate la celulitis, ponte otra nariz, rellena tus labios,
borra tus rasgos étnicos, aumenta tus pechos, o inyéctate una toxina botulínica
(botox) para rellenar tus arrugas (eso sí cada cuatro meses, que no es eterna),
entonces serás feliz (ligarás mucho, conseguirás un hombre o una
mujer, el ascenso que esperabas,…) y tendrás más éxito (en todo lo
que te propongas), porque parecerás más joven.
El culto al cuerpo y a la juventud en la
actualidad se está convirtiendo en una de las mayores obsesiones de las
personas.
Según Marta Iglesias (2006) (3) el dinero que actualmente el
primer mundo invierte en cremas, tratamientos de belleza, gimnasios y cirugía
estética, permitiría reducir significativamente hambre y enfermedades.
Mientras que los estadounidenses son los que gastan más dinero en
este concepto, España tiene el dudoso honor de ser el primer país de la UE en
operaciones de cirugía estética. La belleza se ha convertido en un objeto de
consumo al alcance de todos, que nos promete juventud de por vida.
Prosigue Marta Iglesias que en cualquier revista de las
consideradas femeninas, pero también en suplementos dominicales y en la sección
de belleza de los semanarios de política es posible encontrar reportajes
dedicados a las nuevas cremas del mercado.
A través de ellos, comenta Iglesias, el gran
público sabe que la crema por la que sienten debilidad las famosas cuesta 210€,
o cuál es la antiarrugas más conocida del mundo por su eficacia y su asequible
precio de 12€. Todos los sectores sociales se han rendido al llamado mercado de
la eterna juventud, a la lucha contra la arruga, e invierten lo que pueden en
ello.
De hecho, hay estudios que afirman que entre los ciudadanos de
EE.UU. y Europa se gastan al año 20.000 millones de dólares en la compra de
cosméticos, cantidad con la que se podría alfabetizar tres veces la población
del planeta.
Se puede preguntar por qué esa obsesión por combatir la arruga. Elena Gismero (citada por Iglesias), Doctora en Psicología de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, asegura que "hay una presión social importantísima hacia dos cosas: la delgadez y la juventud. Parece que tener arrugas o signos de envejecimiento es un problema".
Se puede preguntar por qué esa obsesión por combatir la arruga. Elena Gismero (citada por Iglesias), Doctora en Psicología de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, asegura que "hay una presión social importantísima hacia dos cosas: la delgadez y la juventud. Parece que tener arrugas o signos de envejecimiento es un problema".
La necesidad de una piel sin arrugas, firme, sin manchas,
con poros cerrados y sin granos ha ido más allá que las simples cremas, las
limpiezas de cutis y los tratamientos que practica la esteticista.
Según un informe de la Sociedad Internacional de Cirugía
Plástica y Estética, coa (ISAPS), continúa Iglesias, el bótox es el tratamiento
más demandado del mundo. No entra en la categoría de cirugía porque no es una
operación, sino que mediante un pinchazo se inyecta bajo la piel del cliente
una ínfima dosis de la toxina botulínica tipo A.
Este líquido paralizante es un veneno que actúa localmente,
bloqueando los impulsos nerviosos que controlan los movimientos musculares.
Así, la frente no se arrugará aunque reciba la orden de fruncir el ceño, dando
la apariencia de piel sin arrugas.
Termina Iglesias, que a través de los medios de comunicación
difícilmente recibiremos el
mensaje de que somos bellos tal y como estamos, porque nuestra insatisfacción
corporal genera cantidades ingentes de dinero para los fabricantes de
cosméticos, los gimnasios, las esteticistas, los centros estéticos, los
cirujanos.
Los psicólogos habitualmente están de acuerdo, en que sólo
la aceptación de uno-a mismo-a, la reflexión profunda y la capacidad crítica
nos llevarán por caminos personales que cuestionen las normas que el exterior
nos marca.
Para ayudarnos en la tarea, Elena Gismero nos da una definición de
belleza sobre la que merece la pena reflexionar: "La belleza no es como
una foto fija, sino que está formada de muchas cosas. El bienestar con uno-a no
se refleja solamente en el físico sino también en la forma de hablar, en la
seguridad, los movimientos corporales, los gestos, la expresividad.
Eso forma parte del encanto y el atractivo de una persona.
No es malo cuidar la estética, pero no es lo único de lo que nos deberíamos
ocupar. Hay dimensiones más profundas en nosotros para cuidar". Mientras,
millones de euros engrosan las cuentas de médicos y multinacionales.
_______________________________________________________________
(1) Cfr. Bianciott, María Celeste (2011). Aportes de Judith Butler y Pierre Bourdieu. Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad. Argentin
(2) Cfr. Pascual, Pilar. La cirugía estética y el botox para mujeres imperfectas (2012). Mujeres para la salud A.M.S
http://www.mujeresparalasalud.org/spip.php?article95
http://www.mujeresparalasalud.org/spip.php?article95
(3) Cfr. Iglesias, Marta (2006) El Mercado de la eterna juventud. Artículo. Rebelión
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=32821
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