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PATRIARCADO, MUJER Y POLÍTICA


Imagen: Mural (detalle) - José Luis Toledo Bravo


La mujer en política


Es la representación del espacio público por excelencia, la arena política, se unen los diferentes componentes como veremos a continuación. En primer lugar, el cuerpo, el aspecto, el vestuario son factores centrales a la hora de representar a una mujer política, mientras que este tipo de calificación, basada en la apariencia, no se suele realizar respecto a los políticos hombres.  La atención al aspecto físico, la familiaridad en el trato, son todos elementos de una representación asimétrica.

 La menor legitimidad que las mujeres sufren en un espacio que no se les atribuye como “natural” hace que su presencia se valore a través de elementos ajenos a su proceder político, lo cual se queda en un segundo plano, invisibilizando las actuaciones a favor de las apariencias.

En relación a nuestro país, respecto a la mujer en política, debemos señalar, que solo durante el primer gobierno de Michelle Bachelet y dando cumplimiento a uno de sus compromisos de campaña, la Presidenta conformó un gabinete original  paritario, contando entre sus filas a 10 ministras mujeres, las que se mantuvieron en número hacia el final de su mandato.

De acuerdo a la Dra. Alejandra Castillo (1), hay una alta visibilidad política de la mujer, donde podríamos pensar que las mujeres ya han accedido a la política, ya no es una  república masculina, sino ya es un lugar donde las mujeres ingresan de igual a igual al espacio de lo político.

Sin embargo, frente a eso también debemos considerar la transformación del espacio de la democracia vinculada a una democracia invertida; democracia invertida que va a generar el espacio de decisión precisamente en el lugar del Ejecutivo, en donde las mujeres que participan en el Ejecutivo no van a acceder a ese lugar en la medida de una elección popular, sino que por una decisión del presidente de turno.

La pregunta es si esa transformación por arriba, pensemos es una transformación elitista, luego puede transformar el espacio de representación de las mujeres ya no desde ese lugar sino que desde el lugar de la gran masa de mujeres, de la posibilidad de participar en política ya no desde ese lugar invertido, desde esta democracia invertida sino que desde el lugar de las elecciones populares. 

Y ahí nos damos cuenta que las mujeres que empiezan a acceder al espacio de la política o bien provienen de los medios, o de familias vinculadas al espacio de la política; y no necesariamente mujeres que han participado desde partidos políticos, o tienen una trayectoria política.

 En ese sentido ha habido también una mutación de lo que es la trayectoria política donde la militancia cada vez pierde más centralidad frente a la incorporación a través, ya sea desde los medios o a través del ejecutivo; y las características que se van a dar para el ingreso de estas mujeres políticas es más bien su currículo profesional y no su currículo político.

 Por ejemplo, si pensamos en las ministras en el gobierno de Bachellet, la descripción que se va a dar de ellas son sus doctorados, sus estudios, los idiomas que manejan; sin embargo, su trayectoria política va a ser dejada en un segundo plano. 

La pregunta es por qué, por qué la trayectoria política, que era lo que de alguna manera configuraba el espacio político de las mujeres; haber participado en un movimiento político de mujeres, o haber sido militantes, por qué eso ya no es importante a la hora de la adscripción a la política.

 Una respuesta es esta transformación de la democracia ya no sólo procedimental, sino que ahora como una democracia invertida donde las decisiones y la representación pasa por ese lugar que tiene que ver con el Ejecutivo. Y ahí la pregunta todavía es válida, si esta alta visibilidad de Bachelet va de la mano de una transformación de la representación de las mujeres en la política.

Si pensamos en qué es la democracia hoy en Chile, primero la democracia tiene que ver con procedimientos, baja participación y la incorporación al espacio de la política a través de las elecciones. Segundo, esta transformación hacia el Ejecutivo.

Sheldon Wolin (2) la llama una democracia invertida, todas las decisiones empiezan a pasar por el Ejecutivo. La pregunta es si mujeres jóvenes políticas pueden ingresar a ese espacio de la política.

Primero tenemos esta descripción de la democracia procedimental, elitista y también invertida, la pregunta es de qué manera las mujeres, si ya tienen, si ya hay una representación que genera una identidad subalterna en el espacio de lo común- participan en el espacio de lo político frente a esta democracia invertida, a una política de procedimientos, a una desafección.

La pregunta es de qué manera la gran cantidad de mujeres a las que les interese la política pueden participar en política. Ahí una respuesta es, las que participan en política son aquellas mujeres que están vinculadas a la elite, a algunas de las elites de poder; ahí pensemos en el libro de Clarissa Hardy, “Eliterazgo”, donde efectivamente ella va a explicitar ese orden, hay un orden de la política que tiene que ver con las elites, entonces las mujeres que ingresan del espacio de la política deben ser parte de alguna elite.

  La política debiese alterar ese orden de esta democracia elitista invertida hacia el Ejecutivo y generar un espacio de la política en que las mujeres interesadas en la política, independiente del lugar donde provengan, puedan participar en el espacio de la política.

Y eso implica no asumir ese modo político por ejemplo, la paridad que si bien es interesante, es correcto, es necesario; al generarlo solo desde arriba, solo desde el Ejecutivo, genera una inclusión que es elitista. 

Puesto que las mujeres que van a ingresar al espacio de los ministerios -que es lo que intentó hacer Michelle Bachelet al incorporar diez mujeres ministras- es precisamente incorporar diez mujeres ministras, pero desde un grupo determinado de mujeres sin generar una política de integración de mujeres no pertenecientes a las elites ya determinadas para participar.

 La pregunta es ¿qué otras políticas generar?, una respuesta es la política de cuotas; hacer que los partidos políticos incorporen un porcentaje obligatorio de participación de mujeres, y ya no corregir desde arriba, sino que es corregir desde los propios partidos y desde ahí desorganizar el orden de la representación masculina en los partidos políticos.

Una propuesta libertaria para las mujeres es crear la participación creativa y activa de los hombres y mujeres que creen en los procesos colectivos y no autoritarios, porque desde allí cobra sentido la palabra sociedad deliberante y constructiva conducente a una Asamblea Constituyente que le otorga valor a la voz de mujeres y hombres, para proponer ante delegados representativos y competentes una Carta Magna, que respete los Derechos Humanos, las demandas de los pueblos originarios y de la diversidad sexual, la libertad de expresión, los derechos sexuales y derechos reproductivos, en definitiva la soberanía de los pueblos.

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 (1) Cfr. Castillo, Alejandra (2012). Documentos en línea. Entrevista. Observatorio Cultural, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Gobierno de Chile.


 (2) Cfr. Sheldon S. Wolin es un importante politólogo estadounidense, profesor emérito de la Universidad de Princeton y uno de los más reputados especialistas de la democracia en el ámbito teórico anglosajón. También se ha destacado como historiador de las ideas mediante análisis que, por su profundidad y originalidad, han servido para interpretar mejor los acontecimientos políticos y sociales contemporáneos



Ana Luisa Muñoz Flores. Chile-Diciembre de 2016

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