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29 de diciembre de 2017

ECOFEMINISMO: La respuesta feminista a los problemas ambientales. Recopilado por Ana Luisa Muñoz Flores





    Imagen: "Mariposa en flor". Ana Luisa Muñoz Flores. alumuflores

¿Qué es y cómo surgió el ecofeminismo? Y más importante, ¿qué propone?




El pensamiento feminista y las preocupaciones ecologistas tuvieron su más grande encuentro en los años setenta, al analizar desde perspectivas confluyentes el problema de la superpoblación mundial. En 1974, la escritora y feminista francesa Françoise d’Eaubonne acuñó por primera vez el término ecofeminismo para referirse a la intersección entre estos dos movimientos y el pacifismo. 

Ésta ha seguido desde entonces distintas tendencias, teniendo todas en común la añadidura de la perspectiva de género a las gestas por un medio ambiente sano. El ecofeminismo se ha caracterizado por perseguir la reivindicación del Derecho al Medio Ambiente Sano desde una perspectiva que identifica a las mujeres como un grupo vulnerado con respecto al ejercicio de este derecho.
El término ecofeminismo se extendió por el mundo en el marco de numerosas protestas en contra de la destrucción del medio ambiente, llevadas a cabo como respuesta ante distintos desastres. En marzo de 1980 se llevó a cabo una de las primeras y más grandes manifestaciones de este movimiento; durante la Conferencia Mujeres y Vida en la Tierra, sobre el ecofeminismo en la época, se analizaron sus diversos postulados con respecto a la militarización y la globalización. 

“Pensamos que la devastación de la Tierra y de los seres que la pueblan por obra de las huestes empresariales y la amenaza de la aniquilación nuclear por obra de las huestes militares son preocupaciones feministas. Son manifestaciones de la misma mentalidad masculinista que pretendía negarnos el derecho a nuestro cuerpo y a nuestra sexualidad y que se apoya en múltiples sistemas de dominación y de poder estatal para imponerse”, fue uno los postulados de Ynestra King, organizadora de la Conferencia.
Las teorías ecofeministas se han desarrollado bajo la premisa de que las demandas feministas y las ecologistas pueden llegar a ser coincidentes en cuanto a que luchan contra dos formas similares de opresión. Situación que no implica que todas las mujeres sean ecologistas ni que el ecologismo tenga por sí mismo una perspectiva de género. El ecofeminismo no concibe a las mujeres como inherentemente ligadas a la naturaleza por razones biológicas. 

Es decir, no establece una relación directa entre el sexo y la comprensión de los problemas ambientales. Sin embargo, sí propone una conexión directa entre la proximidad con la ecología y los roles de género asignados. La diferencia es sustancial para el ecofeminismo. Mientras que la primera proposición se trata de un axioma que se pretende derrocar, la segunda representa uno de los ejes centrales de las teorías ecofeministas.
Una de los primeros criterios que la humanidad utilizó para dividirse a sí misma en grupos tenía base en el sexo biológico. A partir de una distinción evidente, que se realiza a través del reconocimiento de datos corporales genitales, nos hemos clasificado como machos o hembras de una especie. Esta clasificación alude a funciones potenciales de reproducción específicas y no prevé la existencia de otras condiciones, tales como la intersexualidad. A partir del sexo biológico, de manera diferenciada, las sociedades han asignado a las personas un conjunto de características sociales, culturales, políticas, psicológicas, jurídicas y económicas.
El género es entendido como este grupo de características que, según la experta mexicana en estudios de género Marta Lamas, funcionan tanto como un “filtro cultural con el que interpretamos al mundo” tanto como “una especie de armadura con la que constreñimos nuestra vida”. Las diferencias derivadas de éste se manifiestan mediante los papeles que cada persona desempeña en la sociedad: reproductivo, productivo y de gestión comunitaria. Cada sociedad asigna a cada género (masculino o femenino) distintas tareas, obligaciones y cualidades. Así como, de manera frecuente, asigna relaciones de poder, subordinación o dominación. Las características sexuales, datos biológicos evidentes, se abstraen y llevan a otros ámbitos de la sociedad, la política, las religiones y las cotidianidades.
El ecofeminismo plantea que la atribución de características tales como la fortaleza, la sensibilidad y la inteligencia, entre otras, a uno u otro sexo no es un proceso natural e inevitable. Por el contrario, se plantea que es un producto social que ha ocurrido de manera subjetiva a lo largo de la historia. La naturaleza sería entonces más próxima a las mujeres debido a la asignación de roles en la gestión de los recursos, así como el cuidado de las plantas y los animales, y no por un factor biológico. Dicha cercanía provocaría también que los problemas que afecten a la naturaleza serían entendidos en mayor grado por las personas del género femenino.
Ecología y feminismo en los países en vías de desarrollo
Según Alicia Puleo, directora de la Cátedra de Estudios de Género de la Universidad de Valladolid, “estamos asistiendo el comienzo del fin de la Naturaleza. Ya no resulta fácil a los medios de comunicación disimular, como hasta ahora, la conexión existente entre diversas catástrofes naturales que no son sino manifestaciones de un cambio climático global de consecuencias insospechadas”. En contraste, el ecologismo ha visto su avance mermado por distintos obstáculos políticos y económicos. Su progreso se ha dado con mayor fuerza en los países en vías de desarrollo, en donde también se ha encontrado con el impulso del feminismo. Para Puleo, el encuentro de estos dos pensamientos críticos es tan inevitable como su desarrollo. “Sólo la ignorancia o la adopción de una actitud tecno-entusiasta ciega puede hoy en día hacer que miremos hacia otro lado cuando los signos de peligro son tan claros”, ha comentado la investigadora en la publicación El Ecologista.
La coexistencia de ambos movimientos no se deduce de una relación innata, sino de una necesidad de diálogo entre sus argumentos. Asimismo, se trata de la confluencia de factores geográficos y socioeconómicos que han servido, al unísono, como semillero para ambos pensamientos. “Las mujeres pobres del Tercer Mundo son las primeras víctimas de la destrucción del medio natural llevada a cabo para producir objetos suntuarios que se vendan en el Primer Mundo. El nivel de vida de los países ricos no es exportable a todo el mundo”, plantea Puleo. Con particular impacto, las mujeres rurales de países africanos y asiáticos que viven en economías de subsistencia han visto su calidad de vida disminuir debido a la explotación del ambiente causada por el mercado internacional.
El ecofeminismo ofrece una respuesta ante las violaciones a los Derechos a la Salud y al Medio Ambiente Sano que las mujeres padecen de manera diferenciada. Establece un paralelismo entre la explotación indiscriminada de la naturaleza y la histórica subordinación que las mujeres han enfrentado a lo largo de la historia. El desarrollo del ecofeminismo sigue siendo un reto para los movimientos feministas y ecologistas en nuestro país. Así como la toma de acciones concretas en materia de los Derechos a la Salud y al Medio Ambiente Sano sigue siendo materia pendiente al Estado Mexicano. Las acciones que el Gobierno Federal y los movimientos tomarán con respecto a estos temas están aún por conocerse. Iconofinaltexto copy
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David Alexir Ledesma Feregrino


LOS ANIMALES PORTADORES DE DERECHOS. Ana Luisa Muñoz Flores





    Imagen: "Maravilla". Ana Luisa Muñoz Flores. alumuflores


Los animales, portadores de derechos

2017-11-14. Leonardo Boff


 La aceptación o no de la dignidad de los animales depende del paradigma (visión del mundo y valores) que cada cual asume. Hay dos paradigmas que vienen de la más remota antigüedad y perduran hasta hoy.

El primero entiende al ser humano como parte de la naturaleza y, junto a ella, un convidado más a participar en la inmensa comunidad de vida que existe hace ya 3,8 mil millones de años. Cuando la Tierra estaba prácticamente terminada con toda su biodiversidad irrumpimos nosotros en el escenario de la evolución como un miembro más de la naturaleza. 

Ciertamente dotados con una singularidad, la de tener la capacidad de sentir, pensar, amar y cuidar. Esto no nos da el derecho de juzgarnos dueños de esa realidad que nos antecedió y que creó las condiciones para que surgiésemos nosotros. La culminación de la evolución se dio con el surgimiento de la vida, no con el ser humano. La vida humana es un subcapítulo del capítulo mayor de la vida.

El segundo paradigma parte de que el ser humano es el ápice de la evolución y todas las cosas están a su disposición para dominarlas y poder usarlas como bien le plazca. Olvida que para surgir necesitó de todos los factores naturales anteriores a él. El ser humano se juntó a lo que ya existía, no se colocó por encima.

Las dos posiciones tienen representantes en todos los siglos, con comportamientos muy diferentes entre sí. La primera posición encuentra sus mejores representantes en Oriente, con el budismo y en las religiones de la India. 

Entre nosotros, además de Bentham, Schopenhauer y Schweitzer, su mayor impulsor fue Francisco de Asís, considerado por el Papa Francisco en su encíclica “Sobre el cuidado de la Casa Común” como alguien «que vivía una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo… ejemplo de una ecología integral» (n. 10). Pero este comportamiento tierno y fraterno de fusión con la naturaleza no fue el que prevaleció.

El segundo paradigma, el ser humano “maestro y propietario de la naturaleza”, al decir de Descartes, se hizo hegemónico. Ve la naturaleza desde afuera, no sintiéndose parte de ella sino su señor. Está en la raíz del antropocentrismo moderno. 

El ser humano dominó la naturaleza, sometió pueblos y explotó todos los recursos posibles de la Tierra, hasta el punto de alcanzar hoy una situación crítica de falta de sostenibilidad. Sus representantes son los padres fundadores del paradigma moderno como Newton, Francis Bacon y otros, así como el industrialismo contemporáneo que trata la naturaleza como una mera exposición de recursos con vistas al enriquecimiento.

El primer paradigma –el ser humano es parte de la naturaleza– vive una relación fraterna y amigable con todos los seres. Se debe ampliar el principio kantiano: no sólo el ser humano es un fin en sí mismo, sino igualmente todos los vivientes y por eso deben ser respetados. 

Hay un dato científico que favorece esta posición. Al descodificarse el código genético por Drick y Dawson en los años 50 del siglo pasado, se verificó que todos los seres vivos, desde la ameba más originaria, pasando por las grandes selvas y por los dinosaurios y llegando hasta nosotros los humanos, poseemos el mismo código genético de base: los 20 aminoácidos y las cuatro bases fosfatadas. Esto llevó a la Carta de la Tierra, uno de los principales documentos de la UNESCO sobre la ecología moderna, a afirmar que «tenemos un espíritu de parentesco con toda la vida» (Preámbulo). 

El Papa Francisco es más enfático: «caminamos juntos como hermanos y hermanas y un lazo nos une con tierno afecto al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la Madre Tierra» (n.92). Desde esta perspectiva, todos los seres, en la medida en que son nuestros primos y hermanos/as y poseen su nivel de sensibilidad e inteligencia, son portadores de dignidad y de derechos. Si la Madre Tierra goza de derechos, como afirmó la ONU, ellos, como partes vivas de la Tierra, participan de estos derechos.

El segundo paradigma –el ser humano señor de la naturaleza– tiene una relación de uso con los demás seres y los animales. Si conocemos los procedimientos de matanza de bovinos y de aves quedamos horrorizados de los sufrimientos a los que son sometidos.
 La Carta de la Tierra nos advierte: «hay que proteger a los animales salvajes de métodos de caza, trampas y pesca que causen sufrimiento extremo, prolongado y evitable» (n. 15b). Ahí recordamos las sabias palabras del cacique Seattle (1854): «¿Que es el hombre sin los animales? Si se acabasen todos los animales, el hombre (y la mujer digo yo) moriría de soledad de espíritu. Porque todo lo que les sucede a los animales, le sucederá también al hombre. Todo está relacionado entre sí».

Si no nos convertimos al primer paradigma, continuaremos con la barbarie contra nuestros hermanos y hermanas de la comunidad de vida: los animales. En la medida en que crece la conciencia ecológica sentimos cada vez más que somos parientes y como tales nos debemos tratar, como San Francisco con el hermano lobo de Gubbio y con los seres más simples de la naturaleza.


LOS DERECHOS DE LA MADRE TIERRA Y SU DIGNIDAD. Ana Luisa Muñoz Flores




                                   







    Imagen: "Madre Tierra". Ana Luisa Muñoz Flores. alumuflores


Los derechos de la Madre Tierra y su dignidad

2017-11-23  por Leonardo Boff


  Anteriormente hemos escrito sobre los derechos de los animales. Ahora procede discurrir sobre los derechos de la Madre Tierra y de su alta dignidad. El tema es relativamente nuevo, pues la dignidad y los derechos estaban reservados solamente a los seres humanos, portadores de conciencia y de inteligencia, como lo hace Kant en su ética.

Predominaba todavía la visión antropocéntrica, como si nosotros exclusivamente fuésemos portadores de dignidad. Olvidamos que somos parte de un todo mayor. Como dicen renombrados cosmólogos, si el espíritu está en nosotros es señal de que estaba antes en el universo del cual somos parte.

Hay una tradición que viene desde la más remota antigüedad que siempre ha entendido a la Tierra como la Gran Madre que ha generado a todos los seres que existen en ella. Las ciencias de la Tierra y de la vida, por vía científica, nos confirmaron esta visión. La Tierra es un superorganismo vivo, Gaia (Lovelock), que se autorregula para ser siempre apta para mantener la vida en el planeta.

La propia biosfera es un producto biológico pues se origina de la sinergia de los organismos vivos con todos los demás elementos de la Tierra y del cosmos. Crearon el hábitat adecuado para la vida, la biosfera. Por lo tanto, no sólo hay vida sobre la Tierra. La Tierra misma está viva y como tal tiene un valor intrínseco y debe ser respetada y cuidada como todo ser vivo. Este es uno de los títulos de su dignidad y la base real de su derecho de existir y de ser respetada.

Los astronautas nos dejaron este legado: vista desde fuera, Tierra y Humanidad fundan una única entidad; no pueden ser separadas. La Tierra es un momento de la evolución del cosmos; la vida es un momento de la evolución de la Tierra; y la vida humana, un momento de la evolución de la vida. Por eso podemos decir con razón que el ser humano es aquella porción de la Tierra en que ella empezó a tomar conciencia, a sentir, a pensar y a amar. Somos su porción consciente e inteligente.

Si los seres humanos tienen dignidad y derechos, como es consenso entre los pueblos, y si Tierra y seres humanos constituyen una unidad indivisible, entonces podemos decir que la Tierra participa de la dignidad y de los derechos de los seres humanos y viceversa.

Por eso no puede sufrir una sistemática agresión, explotación y depredación por un proyecto de civilización como el nuestro que sólo la ve como algo sin inteligencia y por eso la trata sin ningún respeto, negándole valor intrínseco en función de la acumulación de bienes materiales.

Es una ofensa a su dignidad y una violación de su derecho de poder continuar íntegra, limpia y con capacidad de reproducción y de regeneración. Por eso, está en discusión en la ONU el proyecto de un Tribunal de la Tierra que castigue a quien viola su dignidad, contamina sus océanos y destruye sus ecosistemas, vitales para el mantenimiento de los climas y del ciclo de la vida.

Finalmente, hay un último argumento que se deriva de una visión cuántica de la realidad. Esta constata, según Einstein, Bohr y Heisenberg, que la materia no existe, pues todo, en el fondo, es energía en distintos grados de densidad. La llamada materia es energía altamente interactiva. La materia, desde los hadrones y los topquarks, no tiene solamente masa y energía. Todos los seres son portadores también de información, fruto de la interacción entre ellos.

Cada ser se relaciona con los otros a su manera de tal forma que se puede decir que surgen niveles de subjetividad y de historia. La Tierra en su larga historia de 4,5 mil millones de años guarda esta memoria ancestral de su trayectoria evolutiva. Ella tiene subjetividad e historia. Lógicamente, es diferente de la subjetividad y de la historia humana, pero la diferencia no es de principio (todos están conectados entre sí) sino de grado (cada uno a su manera).

Una razón más para entender, con los datos de la ciencia cosmológica más avanzada, que la Tierra posee dignidad y por eso es portadora de derechos, lo que corresponde por nuestra parte a los deberes de cuidarla, amarla y mantenerla saludable para continuar generándonos y ofreciéndonos los bienes y servicios que nos presta.

Este es uno de los mensajes centrales de la encíclica del Papa Francisco “sobre el cuidado de la Casa Común” (2015). En la misma línea va la Carta de la Tierra, uno de los documentos axiales de la nueva visión de la realidad (2000) y de los valores que es importante asumir para garantizar su vitalidad. El sueño colectivo que propone no es “desarrollo sostenible”, fruto de la economía política dominante, antiecológica, sino “un modo de vida sostenible” que resulta del cuidado de la vida y de la Tierra. 

Este sueño supone entender a “la humanidad como parte de un vasto universo en evolución” y a la “Tierra como nuestro hogar y viva”. Implica también “vivir el espíritu de parentesco con toda la vida”, “con reverencia el misterio de la existencia, con gratitud el don de la vida y con humildad nuestro lugar en la naturaleza” (Preámbulo). Propone una ética del cuidado que utiliza racionalmente los bienes escasos para no perjudicar el capital natural ni a las generaciones futuras; ellas también tienen derecho a un Planeta sostenible y con buena calidad de vida. 

Esto solamente ocurrirá si respetamos la dignidad de la Tierra y los derechos que ella tiene de ser cuidada y guardada para todos los seres, también los futuros.

Ahora puede comenzar el tiempo de una biocivilización en la cual Tierra y Humanidad, dignas y con derechos, reconocen su recíproca pertenencia, de origen y de destino común.



21 de noviembre de 2017

MARIOLOGÍA FEMINISTA. ANA LUISA MUÑOZ FLORES




Fotografía. Ana Luisa Muñoz Flores. alumuflores

Este concepto quiere reivindicar a María como una mujer valiente, muy valiente (porque para ser la madre de Jesús, hay que ser muy valiente).

 También quiero desterrar esa imagen , beatona, de la Virgen María con su manto azul y en las manos su rosario, porque para empezar, en las manos no llevaría el rosario (que aún no se había formulado), sino las cestas de la compra, las tinajas del agua, la ropa sucia, la comida. 

En fin, estas manos serían unas manos con callos, resecas de trabajar para los suyos y los demás, y también manos de madre, dispuestas a querer. MARÍA, LA MADRE DE JESÚS. ¿Quién fue María? Los Evangelios nos dan una visión de quién fue María. La primera prueba de la valentía de María es la aceptación de la concepción de Jesús, y de la continuación de su embarazo. María pudo pensar que tuvo una alucinación, un sueño, pero cuando vio que se le había retirado la regla (y supongo que el resto de los síntomas de embarazo), confirmó que estaba embarazada. 

En ese momento pudo haber replanteado su primera aceptación de la concepción, y dentro de su uso de la libertad, haber tomado otra decisión. Con la segunda decisión de continuar con su embarazo, rechazaba una boda festiva, su buen nombre y fama, e incluso se expuso a ser juzgada y condenada a morir por lapidación, si José la hubiese denunciado. 

También podría haber sido abandonada por José con la ruina económica que le hubiese abocado a la indigencia o vivir como prostituta, o ser repudiada en secreto. Desde luego que la reputación de María quedó dañada pues el embarazo se produjo fuera del matrimonio, y las cuentas no cuadraban. 

Y eso en un pueblo como Nazaret hace más de 2.000 años. Antiguamente, tras la noche de bodas se solían mostrar las sábanas ensangrentadas como trofeo. En este caso, al quedar María embarazada antes del matrimonio, para sus vecinos esta celebración quedaba sin sentido, pues ya no había virginidad que celebrar. 

Seguramente, su visita a su prima Santa Isabel respondió a huir de las habladurías sobre su maternidad en el pueblo. María se había quedado embarazada antes del matrimonio, y los vecinos no sabían si era de José, o si había habido alguna infidelidad de María. Las comidillas y comentarios debían haber atosigado a María que decidió pasar parte de su embarazo en casa de su prima, lejos de Nazaret. 

El canto del Magnificat da lugar a muchos interrogantes puesto que, por un lado, se podría ver como un canto de alabanza a Dios y de autoproclamación de la libertad personal. 

María también es profeta cuando anuncia el derribo de los arrogantes, soberbios y poderosos, para elevar a los pobres y hambrientos Ya adelanta el Reino de su hijo. 

Visto desde una perspectiva moderna, la segunda parte del Magníficat es un canto a la teología de la liberación pues apela a Dios como Aquel que echa por tierra las categorías sociales. Dios interviene en favor de los humildes, de los débiles y de las personas explotadas. 

En cambio, debe temblar quien quiera ser de los grandes y poderosos; intelectual, política y socialmente. La persona que está pagada de su propio poder, cierra su corazón a Dios, y Dios no puede entrar en un corazón cerrado.

 La persona que cree en la Justicia y en el Amor, en cambio, abre su corazón a Dios, su único refugio y seguridad, y Dios se vuelve hacia ella. María, conocedora de la exclusión social por ser mujer, desde el Magnificat, ya está profetizando las condiciones para entrar en el reino de los cielos. Profetiza las bienaventuranzas de las personas explotadas, discriminadas y excluidas. 

Hay que recordar que los profetas de Israel se presentaron como portavoces del Señor. Vivieron intensamente los problemas de su tiempo y hablaron a sus contemporáneos por el mandato y la autoridad que habían recibido de Dios. 

 María volvió su pueblo donde empezó a vivir con José. Tuvieron que ir a Belén a empadronarse, y desde allí huir a Egipto, para defender la vida de ese hijo por el cual había aceptado muchos riesgos gratuitamente. María se convirtió en una inmigrante más en Egipto. Cuando volvieron a Nazaret, María vivió como cualquier mujer casada y madre. Fue ama de casa. Sabemos que Jesús tuvo hermanos y hermanas. 

La expresión de los Evangelios de los hermanos de Jesús, no nos concluye que María tuviese otros hijos, pues siempre se usa esa expresión hermanos de Jesús y no hijos de María, de manera que estos hermanos podían ser hijos de José, tenidos de otra relación, o podían ser primos de Jesús, criados en su casa, por fallecimiento de sus padres. 

En realidad, no se sabe. Sí que está claro que Jesús fue el primogénito de María, y que María, además de criar a Jesús, crió a otros niños. María fue una mujer observadora (“y guardó todo aquello en su corazón”), e inconformista con la marginación de la mujer. 

Buena prueba es que suele hacer con su marido esa peregrinación anual a Jerusalén que sólo al hombre obliga. Su hijo debió ser objeto de muchas preocupaciones suyas. No se decide a tomar mujer, no forma familia, permanece en Nazaret hasta los 30 años más o menos. ¿En qué piensa?. 

Cuando se marcha para ser bautizado por Juan, y tras la experiencia del Desierto, vuelve predicando un Reino de Dios que no tiene nada que ver con el nacionalismo, deshaciendo fanatismos, y con una visión diferente a la que daban los rabinos de su tiempo (Hillel y Gamaliel) Los sacerdotes judíos están molestos con Jesús, con su predicación, sus curaciones, su denuncia social sobre todo, y cunde el rumor de que está loco. 

María, en un principio, se une a los parientes que quieren pedirle explicaciones, pero comprende que su privilegiado parentesco con El no le da derecho a pedir estas explicaciones, y lo comprende de duras palabras de su propio Hijo, que no reconoce ya más parentesco que el que se genera desde la Paternidad de Dios por la obediencia a la Palabra. 

Y lo sigue como discípula, no ya como madre. Siendo María una mujer observadora, inconformista, como se ha dicho antes, y la que enseñó a Jesús muchas cosas de la vida diaria, no nos debe extrañar que la mujer sea la principal actriz de muchas parábolas que Jesús construye, o poniéndonos de ejemplo ante la sociedad patrialcal machista.

Tampoco debe extrañarnos la actitud de Jesús con las mujeres, tratándolas de igual, teniéndolas por discípulas (cuando ningún rabí lo permitía) y derrumbando la familia patriarcal con la prohibición del divorcio y el concubinato. María sigue a su hijo, aunque no aparece en todo momento, sino en algunos pasajes escogidos. 

Es de suponer que María volvía a su casa a ocuparse de los suyos. No sabemos si José había muerto, o simplemente decidió no seguir a este Jesús “alocado”. María sí lo sigue y hasta la Cruz, como madre pero también como creyente (pues podría muy bien haber rechazado a su Hijo y creer que era un iluminado). 

Y por eso Jesucristo, cuando se le aparece resucitado, lo hace con el conjunto de la Comunidad, no como madre sino como discípula. No es justo para con María tener una visión de ella pacata, pues ella no lo fue. María fue una mujer valiente, que abandonó a su propia familia para formar parte de la nueva Comunidad creada por su Hijo, y desde luego, por su Fe, Amor y Valentía extremas.

1. Benito Acosta. María, la madre de Jesús. 2008. 2. Elisabeth Schussler Fiorenza. Cristología Feminista Crítica. 3. Frédéric Manns. María, una mujer judía. 4. Cardenal Martini 5. Alois Stöge. El Evangelio según san Lucas.

Por Luz Sans Soucí. 

13 de noviembre de 2017

El porqué de la violencia en el ser humano y en la sociedad 2017-06-20. Ana Luisa Muñoz Flores




                 

   "Campesinos". Acrílica sobre tela. Ana Luisa Muñoz Flores. alumuflores


Vivimos a nivel nacional y mundial situaciones de violencia que desafían nuestro entendimiento. No solo de seres humanos contra otros seres humanos, especialmente en el Norte de África, en Sudán y en Oriente Medio, sino también contra la naturaleza y la Madre Tierra.  No sin razón se está imponiendo la idea de que hemos inaugurado una nueva era geológica, el antropoceno, según el cual el gran meteoro rasante amenazador de la vida en el planeta es el mismo ser humano, que se ha vuelto el Satán de la Tierra a pesar de haber sido llamado a ser el cuidador del Jardín del Edén.

La existencia de la violencia, que no es raro encontrar bajo la forma de aterradora crueldad, representa un desafío para el entendimiento. Teólogos, filósofos, científicos y sábios no han encontrado hasta hoy una respuesta convincente.

Quiero presentar sumariamente la propuesta de un notable pensador francés que vivió muchos años en Estados Unidos y falleció en 2015: René Girard (1923-2015). Apreciaba mis textos y la Teología de la Liberación hasta el punto de organizar él mismo un encuentro en Piracicaba-SP (25-29 de junio de 1990) con varios teólogos y teólogas, pues veía en los propósitos de este tipo de teología la posibilidad de superación de la lógica de la violencia.

De su vasta obra destaco dos principales: “Lo sagrado y la violencia” (Rio 1990) y “Cosas escondidas desde el principio del mundo” (Rio 2005). ¿Cuál es la singularidad de Girard? Él parte de la tradición filosófico-psicoanalítica que afirma que el deseo es una de las fuerzas más estructuradoras del ser humano. Somos seres de deseo. Éste no conoce límites y desea la totalidad de los objetos. Por ser indeterminado, el ser humano no sabe cómo desear. Aprende a desear, imitando el deseo de los otros (“deseo mimético” en el lenguage de Girard).

Eso se ve claro en los niños. Por muchos juguetes que tenga un niño, lo que más quiere es el juguete de otro niño. Y ahí surge la rivalidad entre ellos. Uno quiere el juguete sólo para él, excluyendo al otro. Si otros niños entran en ese mimetismo, entonces se origina un conflicto de todos contra todos.

Este mecanismo, afirma Girard, es paradigmático de toda sociedad. La situación de rivalidad-exclusión se supera cuando todos se unen contra uno, haciéndolo chivo expiatorio. Se le culpa de querer el objeto sólo para sí. Al unirse contra él, olvidan la violencia entre ellos y conviven con un mínimo de paz.

En efecto, las sociedades viven creando chivos expiatorios. Los culpables son siempre los otros: el Estado, el PT, los políticos, la polícia, los corruptos, los pobres, etcétera. Es importante no olvidar que el chivo expiatorio solamente oculta la violencia social, ya que todos continúan rivalizando entre sí. Por eso, la sociedad goza de un equilibrio frágil. Cada cierto tiempo, con o sin chivo expiatorio explícito, la violencia se manifiesta especialmente en aquellos que se sienten perjudicados y buscan compensaciones.

Lo expresó bien Rubem Fonseca en su libro El Cobrador. Un joven de clase media empobrecida, empujado por las circunstancias practica actos ilícitos. Se siente robado por la sociedad dominante y confiesa: «Me están debiendo colegio, sándwich de mortadela en el bar, helado, pelota de fútbol… me están debiendo una chica de veinte años, llena de dientes y perfume. Siempre tuve una misión y no lo sabía. Ahora sé… sé que si todo jodido hiciese como yo, el mundo sería mejor y más justo».

Aquí se busca una solución individual a un problema social. En la medida en que permanece individual no da mucho miedo. Por el contrario, los principales causantes de la violencia estrutural son las clases dominantes que acumulan para sí, a costa del empobrecimiento de los otros. Cuanto más duramente se aplican las leyes contra los empobrecidos, más seguras se sienten. De esta manera consiguen ocultar el hecho de que son ellas las principales causantes de la situación de violencia permanente que el empobrecimiento implica.

Y todavía más, vivimos en un tipo de sociedad cuyo eje estructurador es la magnificación del consumo individualista. La publicidad enfatiza que alguien es más cuando consume un producto exclusivo que los demás no tienen. Se suscita un deseo mimético de apoderarse del bien del otro. Esta lógica perpetúa la violencia.

Pero el deseo no es sólo competitivo, dice Girard. Puede ser cooperativo y unirse todos para compartir el mismo objeto. De competidores pasan a ser aliados. Tal propósito genera otro tipo de sociedad, más cooperativa que competitiva y una democracia participativa. Aqui Girard veía el sentido político de la Teología de la Liberación porque propone una educación que no imita al opresor, sino que se hace libre y enseña a no crear chivos expiatorios y a asumir la tarea de la construcción de una sociedad más igualitaria y justa. Entonces sí habrá más paz que violencia.



La conciencia persigue al corrupto aunque nadie lo condene 2017-07-07. ANA LUISA MUÑOZ FLORES




"Amor  Estival". Arte digital. Ana Luisa Muñoz Flores. alumuflores


Hay una voz dentro de nosotros que nunca conseguimos acallar. Es la voz de la conciencia. Ella está por encima del orden establecido y de las leyes vigentes. Hay hechos delictivos como violar inocentes, quitar de la boca del hambriento el pan que lo salvaría de la muerte, robar el dinero destinado a la salud y a la educación, practicar la corrupción como verdadero pillaje de millones de reales destinados a las infraestructuras y otros crímenes horrendos. El delincuente puede acostumbrarse a tales prácticas hasta el punto de crear una segunda naturaleza y pensar: «como es cosa de todos, y de nadie en particular, puedo apropiármela». Si ocupa un cargo público dice: «el que se enriquece en esta posición es un listo, quien no lo hace es tonto». La corrupción, endémica en Brasil, se rige por tal sofisma.

Pero nadie se puede librar de la voz interior, la naturaleza primera, que inapelablemente lo acusa y pide castigo. Puede huir como Caín, pero ella continúa, como un tímpano, vibrando dentro de él. El corrupto huye aunque la justicia no lo persiga. ¿Quién ve dentro del corazón, para quien no existen secretos ni cámaras secretas? De nuevo la conciencia: ella juzga, amonesta, corroe por dentro, aplaude y condena.

Las personas de espíritu de ayer y de hoy dan este testimonio: la conciencia es Dios dentro de nosotros. Poco importa el nombre que le demos según las diferentes culturas. Se trata de una instancia que es más alta que nosotros, cuya voz no consigue ser sofocada por el vocerío humano por fuerte que sea. Con acierto escribió Séneca: «La conciencia es Dios dentro de ti, junto a ti y contigo».

Abundan los ejemplos históricos. Voy a referir uno antiguo y otro moderno. En el año 310 el emperador romano Maximiliano mandó diezmar a una unidad de soldados cristianos porque se negaron a matar inocentes. Antes de ser degollados escribieron al emperador: «Somos tus soldados, emperador, pero antes somos siervos de Dios. A ti te hicimos el juramento imperial, pero a Dios prometimos no practicar ningún mal. Preferimos morir a matar. Elegimos ser muertos como inocentes a vivir con la conciencia acusándonos siempre» (Passio Agaunensium, n.9).

Mil quinientos años después, el 3 de febrero de 1944, un soldado alemán y cristiano escribió a sus padres: «Queridos, he sido condenado a muerte porque me he negado a fusilar a presos rusos indefensos. Prefiero morir a llevar toda mi vida sobre mi conciencia la sangre de inocentes. Fue usted, querida madre, quien me enseñó a seguir siempre la conciencia y sólo después las órdenes de los hombres. Ahora ha llegado la hora de vivir esta verdad» (P.Malevezzi & G.Pirelli (org), Letzte Briefe zum Tode Verurteilter, 1955, p.489). Y acabó fusilado.

¿Qué fuerza es ésta que en estos dos pequeños relatos llenó de valor a los soldados romanos y al soldado alemán para poder actuar así? ¿Qué voz es la que los aconsejó antes morir que matar? ¿Qué poder posee esa voz interior hasta el punto de vencer el miedo natural a morir? Es la voz imperiosa de la conciencia. Nosotros no la creamos, por eso no podemos destruirla. Podemos desobedecerla. Negarla. Reprimir los remordimientos. Pero silenciarla, no podemos.

La conciencia es intocable y suprema. El respeto que le debemos es tan grande que hasta la conciencia invenciblemente errónea debe ser escuchada y seguida. 

Tiene una conciencia invenciblemente errónea la persona que empeña todos sus esfuerzos en buscar sinceramente la verdad, preguntando, estudiando, dejándose aconsejar por otros y cuestionándose a sí misma, e incluso así, yerra. Si alguien hace todo esto y se equivoca, tiene derecho a ser respetado y oído porque ha sido consecuente con su conciencia.

Toda persona puede errar trágicamente, con la mejor buena voluntad. Por lo que siempre debe preguntarse si está escuchando o no la voz interior. Blaise Pascal ponderaba sabiamente: «Nunca hacemos tan perfectamente el mal como cuando lo hacemos con buena conciencia». Sólo que esa conciencia no es buena. Albert Camus refiriéndose a la moral de la obediencia ciega escribió: «La buena voluntad puede causar tanto mal como la mala, cuando no está suficientemente bien informada», es decir, cuando no escucha la voz de la conciencia, llamándola a la buena acción.

Escribimos todo esto pensando en la vergonzosa corrupción que ha contaminado nuestra sociedad, prácticamente en todos los niveles, especialmente a los dueños de grandes empresas y a políticos del más alto rango, hasta al desastrado presidente de la república. Son sordos ante su conciencia que los incrimina. Pero llegará el momento en que tendrán responder a alguien más Alto.

COSMOVISIÓN MAPUCHE RELACIONADOS CON LA ENFERMEDAD Y LA SANACIÓN. LINDA MUÑOZ FLORES





COSMOVISIÓN MAPUCHE RELACIONADOS CON LA ENFERMEDAD Y LA SANACIÓN

















Linda Jacqueline Muñoz Flores (Psicóloga)
                                    
 



















Imagen: “Indómito pueblo”. Ana Luisa Muñoz Flores (alumuflores)


INTRODUCCIÓN

En este trabajo se abordan aspectos centrales de la cosmovisión mapuche relacionados con la enfermedad y la sanación; entendiendo la cosmovisión como las pautas culturales que explican y dan coherencia al hombre en el mundo, en ese sentido la cosmovisión es holística y el modelo medico mapuche, deriva de esta cosmovisión en dos elementos fundamentales, como la mantención de la reciprocidad y la idea de que el mundo se articula en torno a una categorización de las unidades que lo conforman, unidades que estarían compuestos por polos opuestos y complementarios. Se abordan los conceptos de equilibrio, desequilibrio, energía negativa y energía positiva, indicando las palabras empleadas en el mapudungun o idioma nativo mapuche. Se describen actividades de los agentes de la sanación mapuche, rol de estas personas y sus acciones frente a la enfermedad. Se presenta la función de la persona que tiene rol de machi. Se aborda el impacto de la cultura occidental sobre las costumbres, la cultura pehuenche, el sistema curativo, la salud de los mapuches y una pequeña propuesta para el Hospital El Carmen de Maipú, considerando el número de personas, tanto en Maipú y Cerrillos que suman sobre 10.0000 personas.


EQUILIBRIO Y RUPTURA DEL EQUILIBRIO
Al mapuche le afecta todo lo que ocurre en la naturaleza; cuando de alguna forma se rompe el equilibrio, las relaciones entre los seres se ven afectadas. Si alguien rompe el equilibrio al transgredir leyes de la naturaleza, sufre las consecuencias del desequilibrio que ha provocado: la enfermedad tanto física como espiritual (Marileo, 2002). Este desequilibrio se manifiesta en el plano físico o psicológico y es conocido como kutran o enfermedad. Para los mapuches la enfermedad ocurre cuando el hombre se encuentra en su estado más vulnerable, es decir, cuando su condición de “che” (persona) se ha debilitado; si el cuerpo y el alma de la persona no funcionan en un momento dado como una sola voluntad de ser y hacer, con una única e íntegra intención, se torna en nido atractivo para que lo posesionen o cohabiten en él espíritus (Mora, 1991).
La ruptura de la armonía en la red de relaciones sucede en diversas situaciones, por ejemplo, cuando el ambiente dentro de la familia es de discordia, hay peleas entre vecinos, no hay alimento para los animales, no se respetan los lugares sagrados ni los seres que habitan en ellos, se daña la naturaleza en forma consciente. Cuando esto sucede, los desórdenes y desequilibrios que el individuo provoca traen consecuencias en la salud (Marileo, 2002).
 La falta de salud no sólo se puede observar en la presencia o ausencia de dolor, el dolor es la maduración de la enfermedad que ha ingresado a la vida de la persona. Por tanto, se debe considerar aspectos más allá de la expresión concreta de una enfermedad, poniendo atención a manifestaciones tanto de la persona como del medio que la rodea (Ibacache, 2001b).

Wekufe o wekufü alude a todo lo negativo y desconocido que existe y que puede provocar kutran o enfermedad. El concepto de wekufe o wekufü tiene múltiples formas: sujeto, cualidad o agente. El aspecto patógeno involucrado en este concepto tiene relevancia para comprender la noción mapuche de enfermedad, especialmente su modalidad de tipo energética o energía wekufü. Este tipo de energía puede ser concentrada y proyectada a distancia, así como también condensarse en forma sutil o grosera dentro de un ser vivo o una cosa. Ella puede ser irradiada por el pensamiento o emoción de un hombre (odio, ira, envidia, etc.), por un espíritu maligno, por el alma de un difunto y por cualquier ser de cualidad wekufü. La energía perturbadora, al penetrar en un organismo biológico, provocará una ruptura de la armonía desencadenando la enfermedad, produciendo perturbaciones de carácter físico visible y, además, perturbaciones psíquicas (Aukanaw, 2001a). 




SISTEMA CURATIVO
La cultura mapuche desarrolló un sistema curativo para restablecer el equilibrio y la armonía (Marileo, 2002), conjunto de conocimientos y prácticas que han sido utilizadas durante siglos por los mapuches. En este sistema conceptual se entiende que el cuerpo está interconectado con la espiritualidad, las emociones y los pensamientos (Bacigalupo, 1995). Dentro del sistema curativo mapuche hay sujetos con roles para buscar el equilibrio y reordenar los elementos restableciendo la salud y el bienestar (Marileo, 2002), los principales son: Machi, encargado o encargada de la curación natural, única persona autorizada para establecer un puente directo con los espíritus creadores y los ngen (espíritus protectores).
Es un ser humano especial que tiene comunicación directa con los espíritus protectores y las realidades no-ordinarias (Aukanaw, 2001a). Lawenche, meica o hierbatero, persona que tiene dones para conocer las propiedades de las hierbas curativas y remedios naturales. Ngütamchefe, persona conocedora de la forma, funciones y posición de los huesos y encargada de componerlos cuando han sufrido roturas o alteraciones en su posición. Püñeñelchefe, persona especialista en maternidad y con conocimiento de cómo debe nacer un niño y de cómo solucionar los problemas que se presentan en el momento del nacimiento.
FUNCIÓN DEL O LA MACHI
El sistema curativo mapuche se basa en las leyes de la mapu (tierra), estableciendo vínculos estrechos con los seres y espíritus benéficos del wenumapu. Este sistema se centra en el o la machi, respetado(a) por su autoridad, sabiduría y poderes.
 A continuación, en el presente texto se emplea la expresión “la machi” para aludir a esta función sea realizada por un varón o una mujer. La machi cumple un papel fundamental en la comunidad siendo portadora de las creencias mitológicas y de la experiencia ritual, intérprete de instrumentos musicales, de la poesía chamánica y de la danza tradicional, sacerdotisa, profetisa, guía espiritual, juez, agente de salud y experta terapeuta (Grebe, 1995).
Para ser iniciada en su función la machi debe pasar por una serie de pruebas rituales. Estas pruebas se hallan presentes a lo largo de un viaje místico e implican un descenso al mundo inferior y la muerte simbólica del candidato, posteriormente ascender a la región celestial o superior con un segundo nacimiento en un estado trascendente del ser, volviendo finalmente al mundo medio, el de los humanos (Aukanaw, 2001c). Debe atravesar una serie de transformaciones, tanto físicas como espirituales, que la preparan para recibir al fileu o espíritu que posteriormente ocupará su cuerpo como medio para restablecer el equilibrio y armonía.
 Lo anterior se refleja en una serie de enfermedades que vivencia antes de cumplir su rol. La machi con sus ceremonias y curación no ataca el síntoma sino la causa de la enfermedad requiere mucha energía y fuerza para que el espíritu que desequilibró a la persona el deje libre. Ella entra en trance para que el fileu realice el acuerdo con los espíritus perturbadores y encuentre el remedio y procedimiento exacto para restablecer el bienestar del enfermo (Echeverría et al., 2002). Para recuperar el equilibrio y la armonía perdida, el mapuche debe recurrir a la machi, quien intercede ante los ngen y espíritus creadores (Marileo, 2002).
Para esto conoce y maneja los remedios naturales debido al apoyo y sabiduría entregada por los espíritus creadores y el fileu, interviniendo para llegar a un acuerdo o convenio con los espíritus. Los mecanismos que la machi pone en acción durante el proceso de curación corresponden no sólo a su propia vivencia de los mitos que le dan sentido a la práctica, sino también a la vivencia del paciente que los conoce. Así, el enfermo se encuentra ante una personalidad carismática que está actuando sobre él y, además, su propia concepción del universo le da sentido tanto a la enfermedad como a la cura.
 El paciente se siente destinatario de un orden cósmico que entra en acción para ayudarlo, orden representado en la figura de la machi. Tanto el agente como el paciente poseen una misma vivencia del proceso, incrementada por la machi a través del ritual de curación que revive la adquisición de poderes y la proyecta hacia el enfermo, hasta lograr que la percepción emotiva de éste quede absolutamente ligada al ritual que se oficia (Aukanaw, 2001a). El rol de machi está culturalmente constituido como propiciador de los espíritus ancestrales, combatientes de las enfermedades y fuerzas del mal, conocedor de los sagrados códigos y normas que velan por el bienestar de la comunidad y gran conocedor de hierbas y remedios. La importancia de los sueños chamánicos, del rewe o altar y del kultrún o tambor ritual son elementos comunes a todas las machis (Bacigalupo, 1995). La machi actúa también como sacerdotisa ritual en las ceremonias colectivas de nguillatun, buscando el bienestar general de la comunidad. Existen grandes diferencias entre las machis, lo que influye en la relación machi-paciente y machi-comunidad.
En ciertas localidades el prestigio e influencia de él o la machi dentro de la comunidad a la cual pertenece son mucho más significativos, sea por su grado de adaptación frente a prácticas de salud y culturales chilenas, por el tipo de llamamiento, por la etapa de la vida en la cual fue iniciada, por los resultados de sus prácticas o por características personales. Además, los agentes de curación o salud popular, como hierbateros y meicas, pueden reemplazar a la machi en el caso de enfermedades producidas por efectos del frío, calor, aire, alimentación y algunas causas mágicas, pero las enfermedades atribuidas a posesión de espíritu maligno, pérdida del propio espíritu y otras causas sobrenaturales sólo pueden ser tratadas por machis (Bacigalupo, 1995)
IMPACTO DE LA CULTURA OCCIDENTAL
Las personas mapuches, especialmente los adultos y ancianos, plantean que en la actualidad el cambio paulatino de la forma de vida mapuche por el estilo de vida winka u occidental produce, como consecuencia, el alejamiento cada vez mayor de las tradiciones y costumbres propias de ellos, el ka mogen o winkawün, enfermedades del mundo winka (Ibacache, 2001b). Expresan que la cultura occidental impacta negativamente en la salud de la población mapuche.
Sostienen que el problema más grave en las comunidades mapuches es la pérdida de la forma de vivir, la alimentación, la forma de cultivo (ya no usan cultivos limpios, los cultivos tienen veneno y producen enfermedades). Para que una persona tenga remedio, tendría que estar en su medio, fiel a su cultura y contexto (Ibacache, 2001b). Específicamente, en las comunidades pehuenches del Alto Bío-Bío existe la percepción de que la salud antiguamente era mejor, la situación habría cambiado negativamente a causa de factores como un consumo de alimentos menos naturales y uso de medicamentos tanto por parte de las madres embarazadas como de los niños, junto a cambios en las prácticas de crianza, como el acortamiento de los períodos de amamantamiento (Díaz, Pérez, González y Simon, 2004).
No obstante, lo anterior, una mayoría de personas mapuches opta por acudir a las postas y consultorios de salud considerando que son más confiables los procedimientos de diagnóstico, los implementos que utilizan y que es más efectivo su resultado. Consideran necesario hacerse los exámenes de salud periódicos y visitar inmediatamente al profesional de salud ante una enfermedad (Díaz, Pérez, González y Simon, 2004); aunque ignoran sus conceptos y clasificaciones (Rivera, Vicente, Medina, Rioseco, Vielma y Saldivia, 1997).
Esto los ha llevado a disminuir el uso de hierbas curativas y la consulta a meicas y hierbateros. Sin embargo, ante cierto tipo de enfermedades de origen mágico-religioso declaran que es incompetente la acción del profesional de salud occidental, debiendo recurrir en estos casos a los agentes de salud propios de la cultura mapuche. En la actualidad, el pueblo mapuche se encuentra ante nuevas condiciones de vida y nuevas exigencias, percibe modificaciones en sus costumbres de salud y sistema curativo tradicional.
Sus prácticas ancestrales están siendo reemplazadas por estilos de vida occidental, debiendo adaptarse a las características y condiciones del servicio de salud del estado. Es necesario precisar que, en este cambio, el pueblo mapuche no es un actor pasivo; por el contrario, es activo y esto se pone de manifiesto en diversas situaciones
 La forma en que se ha instalado el sistema de salud (alternativo al tradicional) demanda a la comunidad indígena una adaptación a las exigencias de procedimientos del sistema, incluyendo la interacción con los funcionarios de salud. La característica de mayor relevancia no es el conjunto de nuevas normas y procedimientos, sino aspectos propios de relación interpersonal de “beneficiario pehuenche - funcionario de salud”. En este sentido, el presente trabajo puede aportar a un mejoramiento de esta relación al facilitar la comprensión de la cosmovisión mapuche (Díaz et al., 2004).
 Resulta evidente que esta visión de mundo es distinta a la de occidente y que al provenir de una cultura ancestral está fuertemente arraigada en los integrantes del pueblo mapuche. Para los funcionarios y profesionales de los servicios de salud que interactúan en el ámbito de la salud con las personas mapuches, se hace recomendable acercarse a la comprensión de sus ideas y emociones; más allá de sus creencias al enfrentarse a las enfermedades, es preciso conocer su cosmovisión reconociendo la diversidad cultural e identificando los aportes y necesidades diferenciales que presentan. Esto permitirá una mayor confianza y mejor relación con el o la paciente. En otro nivel del sistema de salud, se hace conveniente reorganizar los servicios, descentralizarlos y abrir los espacios a la participación de la comunidad (Ibacache, 2001a). Para alcanzar lo anterior se requiere una nueva forma de relación a partir de los portadores de la mirada científica. Esto se está llevando a cabo en distintos lugares; por ejemplo, en el Hospital Maquehue-Pelale, Servicio de Salud Araucanía Sur, se pone en práctica un modelo que integra ambas formas de salud, tanto científica como mapuche, incorporando las propias categorías y etiologías de enfermedad desde el punto de vista del contexto particular y cultura mapuche (Ibacache, 2001a). Empleando nuestro punto de referencia y epistemología podríamos intentar entender cómo impactan las costumbres, actividades y valores occidentales sobre la vida mapuche, pero esto no asegura comprender la percepción que ese pueblo puede tener. La cosmovisión de mundo mapuche es distinta a la de occidente, el mundo que traen a la mano sus palabras, sus acciones y sus interacciones es un mundo distinto del occidental nuestro. El desafío es lograr una mejor comprensión desde esa perspectiva y cosmovisión mapuche.
IMPLEMENTACION DE TRABAJO EN HEC
La iniciativa implementada desde el MINSAL, en conjunción con la intendencia metropolitana a partir del año 2000 en 8 comunas de la región metropolitana y en la misma región de la Araucanía, en la que nace el Hospital intercultural; con facilitadores interculturales impulsado, por la organización mapuche KALLFULICAN y se integra un modelo medico occidental y mapuche, que podrían considerase como base para una propuesta para nuestro hospital de carácter estratégico que considere las siguientes líneas.
1.- Que nuestro hospital se le dé un carácter intercultural y que se permita, considerando indicadores existentes en la actualidad y evaluación local de comunidades diversas
2.- Trabajo con farmacia local mapuche de la Comuna de Maipú y convenio para pacientes que deseen hacer uso de otro tipo de fármacos.
3.- Preparación de médicos en modelos de atención diferente a la medicina occidental con unidad de capacitación.
4.- Estimular la investigación y conocimientos de otros pueblos con unidades afines.
5.- Generar monumento de diversidad al interior y adherencia a días, fechas importantes en forma institucional.
6.- Las políticas locales de salud deben ser construida por los propias comunidades y participación activa en forma vinculante y con orgánica respectiva, con marcos legales actuales y las propias que se den al interior.
7.- Integrar en los diferentes servicios de SALUD, mirada de identidad que se den los propios usuarios de los servicios y apoyo de la APS.
8.- Formación de agentes comunitarios en Pueblos, con preparación a visitas a enfermos y su contexto.
9.- Fomentar el proyecto huertos o activar la organización con personalidad jurídica para esa finalidad.
10.-Pasantias al hospital de Temuco




REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

·         AUKANAW (2001). Medicina y psicología mapuche. En URL: www.geocities. com/aukanawel/
·         AUKANAW (2001b). El ülutun rito terapéutico mapuche I, II, III. En URL: www. geocities.com/ aukanawel/
·         AUKANAW (2001c). Pinturas rupestres y pirámides en la Patagonia. En URL: www.geocities.com/ aukanawel/
·         BACIGALUPO, M. (1995). Métodos de curación tradicional mapuche. La práctica de la machi contemporánea en Chile. Enfoques en Atención Primaria, 9 (4), 7-13
·         DÍAZ, A., Pérez, V., González, C., y Simon, J. (2004). Impacto de costumbres occidentales y servicios de salud sobre las percepciones de una comunidad.
·         ECHEVERRÍA, R., González, P., Sánchez, A. y Toro, P. (2002). Imaginario social de salud pehuenche de la comunidad de Callaqui en el Alto Bío-Bío. Departamento de Psicología, Universidad de Concepción
·         GREBE, M. (1995). Etnociencia, creencias y simbolismo en la herbolaria chamánica mapuche. Enfoques en atención primaria, 9 (2), 6-10
·         IBACACHE, J. (2001a). Equidad salud y desarrollo. En URL: www.mapuexpress. net/publicaciones publicaciones 6.htm
·         IBACACHE, J. (2001b). Rume kgen mew ta az mapu/ Epidemiología de la transgresión en MaquehuePelale. En URL: www.mapuexpress.net/publicaciones/ publicaciones6.htm
·         MARILEO, A. (2002). Mundo mapuche. Meridión Comunicaciones, Chile
·         MEDICINA MAPUCHE: La emergencia de la farmacia Makewelawen en el contexto urbano. Una Mirada desde la antropología medica.
·         MORA, Z. (1991). Antiguos secretos y rituales sagrados según el arte de curar indígena. Kushe, Chile



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