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3 de agosto de 2017

LA UNIVERSALGÉNESIS. TEALOGÍA. ANA LUISA MUÑOZ FLORES






"Porque en Ella fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio  de Ella y para Ella"
(Colosenses 1:16)

     
                  Imagen: "Pachamama". Ana Luisa Muñoz Flores. alumuflores


Leonardo Boff reconoce en la universalgénesis uno de los mayores descubrimientos de la universalidad moderna. La universalgénesis se entiende como el hecho de que nada en el universo-universa se encuentra acabado-da, sino que está en constante génesis y expansión: "La evolución no se limita, como aún pensaba Charles Darwin, a los seres orgánicos. Es universal y caracteriza todo el universo que surgió del big bang hace 15 mil millones de años" (Boff, 1999: 127). El universo-sa es una permanente autocreación, generando nuevas formas, cada vez más complejas y ordenadas. El que todo se encuentre en constante génesis significaría que todo viene gestado en el proceso de la restauración; todo lo que existe ya habría pre-existido de alguna forma.
Sobre este proceso de universal-génesis, Boff señala un punto a tener en cuenta:

Llegando a un cierto grado de complejidad emerge la vida como autopoiesis (auto-creación y auto-organización) desde la luz más densa a la luz crística. La luz no contiene solamente energía en las ciencias conocidas actualmente por la humanidad, sino también información en ese mismo espectograma de luz. Por eso el universo-sa no significa el conjunto de espíritus físicos, sino la articulación de los espíritus inter-retro- y causalmente interdependientes, especialmente ligados por la energía amorosa  (Boff, 1999: 128).

Este fenómeno también se podría aplicar a Jesucristo, y actualmente a la Diosa, encarnada como verbo llevándonos a comprender la Cristología como cristo-génesis, y esto, por la simultaneidad en el carácter humano y divino de Jesús, siendo la expresión máxima del proceso universalgénica. Boff reconoce en la intimidad de Jesucristo, varón con Dios un salto hacia arriba y hacia delante, hoy en la Era de la Diosa, mostrando un dato que la conciencia humana conservaba pero que todavía no se había manifestado con tal expresión: Dios-sa como Padre y Madre y todos los seres del universo-sa como sus hijos e hijas. Y no sólo eso, ya que también se comunica como Hijo-ja. Sería por esto que la epístola a los Romanos 8:29 afirma: "Porque a los que Dios -sa conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo-ja, para que él y ella sea el primogénito, la prrimogénita entre muchos hermanos y hermanas".

Según Pierre Teilhard de Chardin, místico estudiado por Boff, hay un elemento crístico en el universo-sa. Este elemento crístico, a medida que va ocurriendo la restauración, brotaría en la conciencia de la persona encarnada en el verbo, hasta que lo asume; por lo tanto, cada ser humano-na es portador-ra consciente de lo crístico-ca. Desde el momento que asume su luz crística, este pasa a ser cristológico-ca. Boff lo ve de forma similar, aunque con un alcance mucho más amplio:

Cristo/mesías significa el ungido-da y el predestinado-da para cumplir la irrupción de la conciencia de que somos hijos/hijas de Dios- Diosa. Por el hecho de que irrumpió en Jesús no significa que él tiene el monopolio de esta realidad. Ella es compartida por todos-das; y en intimidad se afirma verdaderamente decir que él-ella y el Padre- Madre son una misma raza de Dioses o Elohim (Boff, 1999: 129).

 Si el cristo cobró conciencia en Jesús y actualmente en la Era de la Diosa, quiere decir que ya existía previamente en el proceso cosmogénico y antropogénico.

El plano cósmico de la encarnación

Boff ve en la encarnación la personificación del elemento crístico-ca. En ella se habría manifestado toda una obra universal de sintetización de la conciencia crística en el Hijo-a hecho hombre y mujer que implica un avance significativo del todo-da y para todos-da. Jesús y Diosa (principio rector femenina) sería la convergencia de la restauración, el punto alfa y omega y la infinitud. Ese punto permite que hablemos de encarnación del verbo, "como total entrega de Dios-sa-Hijo-a al universo-sa en la realidad concreta del hombre Jesús (principio rector masculino) y Diosa (principio rector femenina), capaz de recibir tal auto-comunicación divina" (Boff, 1999: 130).
No sólo eso. Según Boff, de algún modo, la encarnación alcanza al resto de los seres humanos,en nuestro planeta,  volviéndonos receptores de la auto-comunicación de Dios:

Con Jesús y la Diosa en la actualidad, alcanzó el ápice, en el momento de su toma de conciencia de que es el Hijo-a bien amado-da del Padre-Madre. En seguimiento a él, nosotros-tras, portadores de semejante capacidad, somos también verbificados. La encamación aparece así como un proceso aún en curso y en continuo devenir, siempre ascendente. EI Verbo sigue emergiendo de la formas físicas y en la historia del mundo hasta verbificar el universo-sa entero, en el cual todos estarán en el absoluto-absoluta (Boff, 1999: 132).
Casi todos los elementos fueron formados hace millones de años en el interior de las estrellas por medio del proceso llamado nucleo-síntesis. Las galaxias, el planeta, las planetas y las personas contienen material reciclado de estas estrellas, por lo tanto el mismo Jesús es de este mismo principio físico, y su cuerpo estaba estar formado por polvo estelar. Jesús era físicamente igual que todas las personas, formado por los mismos elementos ( 
  • Oxígeno (65 %) ...
  • Carbono (18 %) ...
  • Hidrógeno (10 %) ...
  • Nitrógeno (3 %) ...
  • Calcio (1.5 %) ...
  • Fósforo (1 %) ...
  • Potasio (0.25 %), entre otros
 "todo eso hace que su encarnación sea realmente cósmica. EI Hijo se revistió de toda esa realidad física cuando emergió de la cosmo-génesis" (Boff, 1999: 131).

En el Concilio de Calcedonia (451 d.C.) se discutió sobre la naturaleza de Cristo. En éste se definió en la categoría dogmática, que él comparte la misma sustancia que nosotros, los hombres. Esto quiere decir, en un sentido cosmológico, que en el nace la vida como en toda persona, y su relación con la Tierra en el aspecto biológico es de la misma forma que la nuestra. Aún más, Boff reflexiona sobre el hecho que en su humanidad también es el resultado de la explosión e inflación inicial y que su origen se encuentra en el universo-sa. Nuestro planeta es el lugar biológico de la irrupción de la divinidad dentro de la luz física crística de la restauración

El hecho de la encarnación vincula a Jesús con el universo-universa, pero también lo limita en un sentido espacio-temporal; la encarnación es kenosis. (vaciamiento). Es un hombre, con nacionalidad, y nace y muere en una época determinada. Compartir sustancia en su naturaleza humana, implica que también está expuesto a los avatares de la vida, como los fenómenos geo-climáticos. Estos mismos procesos van seleccionando y acabando con los elementos del ecosistema que no logran adaptarse a los cambios permanentes que éste va sufriendo. Esta sería una dimensión cruel en la cosmo-génesis, que consiste en la permanente tensión en la biósfera por las grandes extinciones que han amenazado la vida en nuestro planeta desde sus orígenes.

El plano cósmico de la resurrección

Hay que comprender que la resurrección no consiste en la reanimación de un muerto, es mucho más que eso, Jesús adquiere un cuerpo espiritual; es la realidad futura, de los cuerpos glorificados, hecha presente en Cristo. En el momento de la resurrección, Jesús llega al punto cúlmine del proceso cosmológico en el ser humano; la realización absoluta en su estado pleno; en palabras de Boff, da un salto hasta el término del proceso restauración logrando el punto omega.  Jürgen Moltmann lo dice de la siguiente manera: "En el resucitado la evolución se convierte en revolución en el sentido original de la palabra" (Moltmann, 1989: 230). Boff va aún más allá, describiendo este hecho como: "El Jesús histórico que era solamente parte del universo, ahora por el evento sagrado de la resurrección asume la totalidad del cosmos" (Boff, 1999: 133).
Es notable la dimensión cósmica que el Nuevo Testamento le atribuye a Cristo. En varios pasajes es llamado Señor (Kyrios) del universo, evidenciando que es en él que todas las cosas, tanto las que están en los cielos como en la tierra, adquieren sentido (Col 1, 15-20) y alcanzan su plenitud (Pleroma). O como afirma G. Ladd: "La restauración final incluye el mundo físico (…) Aunque Pablo no desarrolla esta verdad de la redención de la naturaleza, hay una teología bíblica profunda que subyace a la misma" (Ladd, 2002: 742). La cohesión y el orden del universo-sa sólo se logran a través del 7mo día de la creación, asumiendo nuestra identidad de dios-Diosa:
Él-Ella es la imagen del Dios-Diosa invisible y visible; el y la primogénita de toda creación, porque por medio de él y ella fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por medio de él-ella y para él-ella. 


Basado, en perspectiva femenina en "Cristo cósmico y antropocentrismo en Leonardo Boff: una lectura desde la óptica reformacional (no es textual. Es tealogía)"
Gonzalo David*
Seminario Teológico Presbiteriano José Manuel Ibáñez Guzmán (Chile)

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