Obras de Arte

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16 de febrero de 2017

ENVEJECER ES UN PRIVILEGIO




Imagen:  "Mis padres" - Ana Luisa Muñoz Flores

Envejecer es un privilegio, un arte, un regalo. Sumar canas, arrancar hojas en el calendario y cumplir años debería ser siempre un motivo de alegría. De alegría por la vida y por lo que estar aquí supone. No te lamentes de envejecer.
Y es que vivir tiene la peculiaridad de que va de la mano con el tiempo, que hace que en nuestro rostro aparezcan arrugas y que de vez en cuando tengamos achaques. Pero todo eso es el reflejo de la vida, algo de lo que nos podemos sentir muy orgullosos.
Tenemos que agradecer la oportunidad de cumplir años, pues gracias a ella cada día podemos compartir momentos con aquellas personas que más queremos, podemos disfrutar de los placeres de la vida, dibujar sonrisas y construir con nuestra presencia un mundo mejor…
Las arrugas nos recuerdan dónde han estado las sonrisas
Dar gracias por cada año cumplido
Lo que importa es la edad que siento.
Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.
Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento.
Entre la niñez y la vejez hay un instante llamado vida
No resulta tan esencial si sumamos canas, arrugas o si nuestro cuerpo nos pide tregua cada mañana. Lo que verdaderamente es relevante es crecer porque, al fin y al cabo, cumplir años es inevitable, pero envejecer es opcional.
Las arrugas son un sincero y bonito reflejo de la edad contada con las sonrisas de nuestros rostros. Pero cuando empiezan a aparecer nos hacen darnos cuenta de lo efímera y fugaz que es la vida.
Como consecuencia con frecuencia esto nos hace sentir molestos e incómodos cuando en realidad debería ser un motivo de alegría. ¿Cómo es posible que nos entristezca tener la oportunidad de cumplir años?
Porque tenemos miedo de que al envejecer perdamos capacidades, porque pensamos en la vejez como un castigo, de manera peyorativa e humillante. Del mismo modo cumplir años nos hace mirar hacia atrás y plantearnos qué hemos hecho durante nuestra vida.
Deberíamos agradecer a la vida la oportunidad de permanecer y de tener la capacidad y la conciencia de disfrutar. ¿Qué sentido tiene lamentarnos y quejarnos por tener posibilidades? ¿No es verdad que daríamos lo que fuese por tener a aquellos que perdimos a nuestro lado? ¿Por qué no le ponemos ganas a la vida y dejamos de disimular nuestro caminar?
Cumplir años debería ser un motivo de alegría. Cada día significan 1440 minutos de nuevas opciones, de maravillosos pensamientos, de cientos de matices en nuestros sentimientos. Cada segundo nos hace más capaces de experimentar y de aprovechar todas las opciones que nos brinda nuestro alrededor.
Cada año es una medalla, una oportunidad para atesorar recuerdos, para hacer nuestros los instantes, para soplar las velas con fuerza y orgullo. Desea seguir cumpliendo sueños, segundos, minutos, horas, días, meses y años… Y, sobre todo, poder celebrarlo con la vida y la gente que te rodea. Que os veáis y os sintáis plenos, arrugados y felices.

¿QUE CUÁNTOS AÑOS TENGO?

Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo.

Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos y las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada. Y otras un remanso de paz, como el atardecer en la playa.
¿Qué cuántos años tengo? No necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados, las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas…
¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta!
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos. 
¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa!
-José Saramago-
 No te lamentes de envejecer. La vida es un regalo que no todos tenemos el privilegio de disfrutar. Es un frasco de suspiros, de tropiezos, de aprendizajes, de placeres y de sufrimientos. Por eso, en sí misma, es maravillosa.

Y también por eso es imprescindible aprovechar cada momento, hacerlo nuestro, sentirnos afortunados. Acumular juventud es un arte que consiste en hacer que importe la vida de los años más que los años de vida. En definitiva, hacer que nuestra existencia tenga sentido. Envejecer es un regalo.

(Raquel Aldana )

https://lamenteesmaravillosa.com/no-te-lamentes-envejecer-privilegio-negado-a-muchos/

10 de febrero de 2017

PATRIARCADO, MUJER Y POLÍTICA





Imagen: José Luis Toledo Bravo 


La mujer en política 


Es la representación del espacio público por excelencia, la arena política, se unen los diferentes componentes como veremos a continuación. En primer lugar, el cuerpo, el aspecto, el vestuario son factores centrales a la hora de representar a una mujer política, mientras que este tipo de calificación, basada en la apariencia, no se suele realizar respecto a los políticos hombres. La atención al aspecto físico, la familiaridad en el trato, son todos elementos de una representación asimétrica. 


La menor legitimidad que las mujeres sufren en un espacio que no se les atribuye como “natural” hace que su presencia se valore a través de elementos ajenos a su proceder político, lo cual se queda en un segundo plano, invisibilizando las actuaciones a favor de las apariencias. 

En relación a nuestro país, respecto a la mujer en política, debemos señalar, que solo durante el primer gobierno de Michelle Bachelet y dando cumplimiento a uno de sus compromisos de campaña, la Presidenta conformó un gabinete original paritario, contando entre sus filas a 10 ministras mujeres, las que se mantuvieron en número hacia el final de su mandato. 

De acuerdo a la Dra. Alejandra Castillo (1), hay una alta visibilidad política de la mujer, donde podríamos pensar que las mujeres ya han accedido a la política, ya no es una república masculina, sino ya es un lugar donde las mujeres ingresan de igual a igual al espacio de lo político. 

Sin embargo, frente a eso también debemos considerar la transformación del espacio de la democracia vinculada a una democracia invertida; democracia invertida que va a generar el espacio de decisión precisamente en el lugar del Ejecutivo, en donde las mujeres que participan en el Ejecutivo no van a acceder a ese lugar en la medida de una elección popular, sino que por una decisión del presidente de turno. 

La pregunta es si esa transformación por arriba, pensemos es una transformación elitista, luego puede transformar el espacio de representación de las mujeres ya no desde ese lugar sino que desde el lugar de la gran masa de mujeres, de la posibilidad de participar en política ya no desde ese lugar invertido, desde esta democracia invertida sino que desde el lugar de las elecciones populares. 

Y ahí nos damos cuenta que las mujeres que empiezan a acceder al espacio de la política o bien provienen de los medios, o de familias vinculadas al espacio de la política; y no necesariamente mujeres que han participado desde partidos políticos, o tienen una trayectoria política. 

En ese sentido ha habido también una mutación de lo que es la trayectoria política donde la militancia cada vez pierde más centralidad frente a la incorporación a través, ya sea desde los medios o a través del ejecutivo; y las características que se van a dar para el ingreso de estas mujeres políticas es más bien su currículo profesional y no su currículo político. 

Por ejemplo, si pensamos en las ministras en el gobierno de Bachellet, la descripción que se va a dar de ellas son sus doctorados, sus estudios, los idiomas que manejan; sin embargo, su trayectoria política va a ser dejada en un segundo plano. 

La pregunta es por qué, por qué la trayectoria política, que era lo que de alguna manera configuraba el espacio político de las mujeres; haber participado en un movimiento político de mujeres, o haber sido militantes, por qué eso ya no es importante a la hora de la adscripción a la política. 

Una respuesta es esta transformación de la democracia ya no sólo procedimental, sino que ahora como una democracia invertida donde las decisiones y la representación pasa por ese lugar que tiene que ver con el Ejecutivo. 

Y ahí la pregunta todavía es válida, si esta alta visibilidad de Bachelet va de la mano de una transformación de la representación de las mujeres en la política. 

Si pensamos en qué es la democracia hoy en Chile, primero la democracia tiene que ver con procedimientos, baja participación y la incorporación al espacio de la política a través de las elecciones. Segundo, esta transformación hacia el Ejecutivo. 

Sheldon Wolin (2) la llama una democracia invertida, todas las decisiones empiezan a pasar por el Ejecutivo. La pregunta es si mujeres jóvenes políticas pueden ingresar a ese espacio de la política.

Primero tenemos esta descripción de la democracia procedimental, elitista y también invertida y, la pregunta es de qué manera las mujeres, si ya tienen, si ya hay una representación que genera una identidad subalterna en el espacio de lo común- participan en el espacio de lo político frente a esta democracia invertida, a una política de procedimientos, a una desafección. 

La pregunta es de qué manera la gran cantidad de mujeres a las que les interese la política pueden participar en política. Ahí una respuesta es, las que participan en política son aquellas mujeres que están vinculadas a la elite, a algunas de las elites de poder; ahí pensemos en el libro de Clarissa Hardy, “Eliterazgo”, donde efectivamente ella va a explicitar ese orden, hay un orden de la política que tiene que ver con las elites, entonces las mujeres que ingresan del espacio de la política deben ser parte de alguna elite. 

La política debiese alterar ese orden de esta democracia elitista invertida hacia el Ejecutivo y generar un espacio de la política en que las mujeres interesadas en la política, independiente del lugar donde provengan, puedan participar en el espacio de la política. 

Y eso implica no asumir ese modo político por ejemplo, la paridad que si bien es interesante, es correcto, es necesario; al generarlo solo desde arriba, solo desde el Ejecutivo, genera una inclusión que es elitista. Puesto que las mujeres que van a ingresar al espacio de los ministerios -que es lo que intentó hacer Michelle Bachelet al incorporar diez mujeres ministras- es precisamente incorporar diez mujeres ministras, pero desde un grupo determinado de mujeres sin generar una política de integración de mujeres no pertenecientes a las elites ya determinadas para participar. 

La pregunta es ¿qué otras políticas generar?, una respuesta es la política de cuotas; hacer que los partidos políticos incorporen un porcentaje obligatorio de participación de mujeres, y ya no corregir desde arriba, sino que es corregir desde los propios partidos y desde ahí desorganizar el orden de la representación masculina en los partidos políticos. 

Una propuesta libertaria para las mujeres es crear la participación creativa y activa de los hombres y mujeres que creen en los procesos colectivos y no autoritarios, porque desde allí cobra sentido la palabra sociedad deliberante y constructiva conducente a una Asamblea Constituyente que le otorga valor a la voz de mujeres y hombres, para proponer ante delegados representativos y competentes una Carta Magna, que respete los Derechos Humanos, las demandas de los pueblos originarios y de la diversidad sexual, la libertad de expresión, los derechos sexuales y derechos reproductivos, en definitiva la soberanía de los pueblos. 



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(1) Cfr. Castillo, Alejandra (2012). Documentos en línea. Entrevista. Observatorio Cultural, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Gobierno de Chile. 
http://www.observatoriocultural.gob.cl/wp-content/uploads/2014/05/entrevista-alejandra-castillo.pdf
 

(2) Cfr. Sheldon S. Wolin es un importante politólogo estadounidense, profesor emérito de la Universidad de Princeton y uno de los más reputados especialistas de la democracia en el ámbito teórico anglosajón. También se ha destacado como historiador de las ideas mediante análisis que, por su profundidad y originalidad, han servido para interpretar mejor los acontecimientos políticos y sociales contemporáneos 


MUJER Y PATRIARCADO EN EL PLANO ECONÓMICO-LABORAL






Imagen: José Luis Toledo Bravo 


Mujer y patriarcado en el plano económico-laboral. 



En el capitalismo, la mujer se ve forzada a vender más barata la fuerza de trabajo, a realizar dobles y triples jornadas laborales (las mujeres trabajan más que los hombres en Chile (1)), a tener menores oportunidades que los hombres en el mercado de trabajo. Se han dado cambios importantes en la forma de producción, que incorporan las relaciones patriarcales a la nueva manera de organizar la sociedad.

La familia pierde su proyección social y aparece la separación entre: a) vida pública (cultura, política, producción) que se le asigna al varón y tiene carácter participativo; b) vida privada (relaciones familiares, maternidad, atención a la mano de obra) que se le asigna a la mujer, esposa, madre, ama de casa, y tiene carácter íntimo. 

Un trabajo tantas veces alienado y opresor, se da: la división entre trabajos exclusivamente masculinos y exclusivamente femeninos, basada en un falso paternalismo o en roles-estereotipos. La actividad de la mujer se centra en trabajos que se relacionan con su papel en la familia: enfermeras, secretarias, maestras. 

Esto les obliga a dedicarse al servicio doméstico o a la economía sumergida, con sueldos de miseria y muchas veces sin horarios ni derechos laborales. - La doble jornada que resulta para la mujer que realiza un trabajo fuera de casa y tiene que hacerse cargo, además, de las tareas familiares. 

En el artículo Proyecciones para un año de lucha feminista en Chile. (2), dice que la participación activa de las mujeres en el mercado laboral ha sido un elemento clave para el crecimiento económico. Por una parte, la fuerza laboral femenina ha crecido considerablemente en comparación con la masculina, además la tasa de participación femenina ha mostrado una sostenida tendencia ascendente. 

No obstante, su participación está fuertemente marcada por su área de residencia y nivel de capacitación: las mujeres de sectores rurales son las que menos registran variación en su tasa de participación y se encuentran en clara situación de desventaja respecto al acceso de la tierra y la tecnología para su explotación 

No obstante, mayores niveles de capacitación no aseguran una menor brecha salarial, ya que como demuestra la encuesta CASEN del 2013 ésta ha aumentado en un 25% en comparación al año 2015, y se incrementa en la medida en que aumentan los años de estudio. 

Se pone el foco, por tanto, en las mujeres como población beneficiaria (como por ejemplo el programa de "Mujer Trabajadora y Jefa de Hogar" del SERNAM) y no como sujetos activos, sobrecargándolas laboralmente en tanto que agentes clave para el crecimiento económico al potenciar sus múltiples roles productivo, reproductivo y comunitario. 

La brecha entre hombres y mujeres se nota en toda la escala económica, ya sea entre aquellos que ganan menos y también entre los más ricos del mundo. En la cúspide de la pirámide, el porcentaje de riqueza controlado por los hombres es diez hombres más ricos del mundo es un 83% superior al de las diez mujeres más ricas del mundo, según el ranking de billonarios de la revista Forbes. Esta brecha en la élite económica se nota en la presencia de mujeres en los gobiernos corporativos de las empresas. 

El número de mujeres en los consejos de administración de las compañías cotizadas en el Ibex 35 representan un 16% del total (una por cada seis consejeros), según los datos del X Informe sobre Juntas Generales de Accionistas de las Empresas del Ibex. 

También se aprecia en los sueldos que cobran los hombres y mujeres cuando ocupan altos puestos directivos. De hecho, el 65,1% de mujeres directivas españolas cree que aún existe discriminación salarial para las mujeres en el ámbito empresarial, de acuerdo a una reciente encuesta de Adecco. E, incluso, afecta a las riquezas que provienen de herencias. 

Menos del 30 por ciento de los billonarios cuya riqueza es heredada en la lista de Forbes de 2014 son mujeres, lo que sugiere que los padres dejan una mayor proporción de su fortuna a sus hijos varones, según Caroline Freund, analista do Instituto Peterson de Economia Internacional. 

De acuerdo a esta analista, que la riqueza se concentre en unos pocos es “perturbador”. “El hecho de que esos pocos sean sobre todo hombres, lo hace todavía más preocupante”, concluye (3). 


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(1) Chile, encuesta INE, noviembre 2016 
(2) Cfr. Correa, M., y Monckeberg, M. en Mujeres Chilenas. Citado por Proyecciones para un año de lucha feminista en Chile. Observatorio Género y equidad. Chile 
(3) Cfr. Coll, Aida (2015) La mirada de todos Irispress, Magazini
 

EL PATRIARCADO Y LA FAMILIA



Imagen: "Javiera y el ganzo" - Ana Luisa Muñoz Flores 


El patriarcado en la familia 


Emma Lobato (1) afirma que es evidente que las mujeres y varones se comportan y tienen apariencias diferentes .Este hecho tan obvio encierra, no obstante, una gran complejidad, la construcción de la identidad de género supone un camino largo que comienza su recorrido desde el nacimiento o incluso antes, puesto que hoy en día los progenitores pueden saber antes del parto el sexo de su bebé, creando ya unas predisposiciones diferenciadas. 

Los adultos que rodean al recién nacido asignan a este a uno de los dos sexos, excluyéndolo del otro. Desde este momento las expectativas y las explicaciones sobre el comportamiento del pequeño/a serán distintas. 

En este sentido podemos decir que desde el comienzo el padre, la madre y los familiares próximos encargados de la crianza del bebé influyen en la vida de éste, en la dirección marcada por los estereotipos sexuales, de modo que el peinado, el color de la ropa, la decoración de su cuarto, los juguetes son distintos y adaptados a las creencias sociales sobre el género. 

Las diferencias comportamentales encontradas antes de los dos años de vida son mínimas, lo que puede considerarse como un indicador del efecto ambiental. Sólo a partir de esa edad (dos años) los individuos comienzan a mostrar diferencias de juego y preferencias de actividad diferenciadas. 

Sostiene Fernández (1996)(2) que la influencia de la educación familiar y social en el comportamiento de los individuos va en la dirección marcada por el contenido de los estereotipos de género, fomentando en los niños un mayor control en la expresión de afecto y una mayor agresividad. 

Las niñas, por el contrario, son orientadas hacia una mayor expresividad de cariño y afecto, y una mayor sensibilidad hacia los demás. Los juguetes de los varones reproducen los ámbitos de interés masculinos, coches, juguetes electrónicos que promueven la competitividad, superhéroes fuertes y agresivos…..Las niñas por el contrario, se rodean de muñecos que representan personas o animales a los que poder cuidar, juguetes relacionados con la esfera doméstica ( plancha, cocinita…) o la belleza. 

Las relaciones familiares, frecuentemente se basan en la jerarquía. La mujer está supeditada al varón, y los hijos a los padres. Las funciones que se le asignan a la mujer son: la maternidad, el cuidado y educación de los hijos, la atención al marido, el trabajo doméstico, el cuidado de los enfermos y la creación de unas condiciones que favorezcan el equilibrio afectivo en la familia y la transmisión de la ideología del sistema. Aunque es cierto que, con su progresiva incorporación al trabajo fuera de casa, esta situación ha evolucionado en parte, la atención a la familia sigue siendo con frecuencia responsabilidad exclusiva de las mujeres, lo que comporta para muchas de ellas una doble jornada laboral. 

En el capitalismo contemporáneo, las mujeres habitualmente han pasado de estar encerradas y sometidas en sus hogares criando a hijos, con sus necesidades materiales y espirituales, sin que ese trabajo fuese reconocido como tal. Y esos cambios los hemos asimilado y asumido sin abandonar el trabajo doméstico; la mujer sigue pariendo, cuidando hijos e hijas, a enfermos y enfermas, a ancianos y ancianas, manteniendo limpios los hogares, garantizando la salud de todos y todas los que viven en ellos, y muchas faenas más. 

Por diversos medios, los varones, también son entrenados para la independencia, la competencia en equipo, ejercer el poder sobre otras personas consideradas como más débiles y reprimir sus emociones y sentimientos. Pero igualmente son enseñados a separar el sexo de las relaciones afectivas, y a la vez, para asociarlo a las emociones y sexualizar estas últimas, lo que promueve que se exciten frente a los contactos. 

Las mujeres, en cambio, aprenden a ser más sumisas, a temer la independencia, a desconfiar de otras mujeres, lo que contribuye a su aislamiento. Su educación genérica privilegia el desarrollo de comportamientos que denotan preocupación por las necesidades de los demás, la calidad de las relaciones interpersonales, la afectividad antes que la sexualización de sus relaciones. 

Esta formación diferenciada por sexo de acuerdo a roles de género fomenta no solo la dependencia femenina, sino la violencia contra ellas por parte de los hombres y la sociedad. La reproducción de lo que debemos entender por “femenino” y “masculino” es reforzada por cuentos y juegos infantiles, la enseñanza impartida por instituciones educativas, las instituciones religiosas y los medios de comunicación. 

En este proceso, los varones aprenden a concebir sus necesidades e intereses como los principales, mientras que las mujeres a subordinar las suyas en función de las demás integrantes del núcleo familiar. 

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(1) Cfr. Lobato, Emma. Licenciada en psicología y pedagogía por la Universidad de Oviedo, profesora de Educación Infantil. Construyendo el género. La escuela como agente coeducador P 1. España 
http://web.educastur.princast.es/proyectos/coeduca/wp-content/uploads/2006/03/ConstruyendoGenero_EmmaLobato.pdf 
(2) Cfr. Fernández Sánchez, Juan. (1988). Nuevas perspectivas en el desarrollo del sexo y del género. Madrid. Pirámide 

EL CUERPO DE LA MUJER COMO TEMPLO SAGRADO




Imagen: "Comienza su término" - Ana Luisa Muñoz Flores


El cuerpo de la mujer como Templo Sagrado


El cuerpo es el templo sagrado y el lugar de revelación de Dios-Diosa, en nuestro corazón. De manifestación de nuestros miedos, nuestras alegrías y esperanzas, nuestros deseos y anhelos más profundos. Es el que se transforma en lágrimas, en gritos de dolor, en fuga y escalofríos, en risas y caricias, en descanso y movimiento. Es el que se transforma en ritmo al abrirse a la música que escucha. 

EI cuerpo es lugar de encuentro, en primer lugar, con nosotras mismas, con nuestra debilidad y nuestra fuerza, con nuestras heridas y nuestros temores, con nuestras energías y nuestras riquezas y posibilidades, con nuestra capacidad de gozar y de disfrutar. 

En segundo lugar, es espacio de encuentro con otras mujeres y otros hombres. Amar y ser amada es experiencia de crecimiento en libertad. Significa reconocer y acoger nuestra necesidad de cercanía, de proximidad física que se ofrece y se recibe, en la construcción de nuestra existencia compartida.

Acariciar, abrazar, dar un beso, recostarse confiadamente en el hombro de una amiga a un amigo, entrelazar nuestras manos sin temor ... significa establecer lazos de comunión profundos con quienes comparten con nosotras el camino de la historia, y sentirnos vivificadas por el placer que entraña. 

Nuestro cuerpo sintoniza con el lenguaje de otros cuerpos. Siente en sí mismo la frialdad de la distancia o el calor de la cercanía, la alegría del encuentro o el dolor del rechazo. Las miradas que se cruzan o se evitan, el tacto que recrea a que subyuga. En tercer lugar, el cuerpo es lugar de encuentro con el cosmos. Sentir los latidos de nuestro corazón al ritmo del latir de la vida en la naturaleza. 

Empapar nuestros ojos de la belleza de las flores y los montes, los valles y los ríos. Dejar que la noche y el día, la primavera y el Olano sintonicen con los tiempos y cambios de nuestro propio cuerpo. EI cuerpo tiene sus estaciones. Tiene estaciones para descansar, para activarse; hay estaciones para recordar, para cuidarse y sanar.

Nuestro cuerpo tiene sus horas del día y de la noche. Nuestros sentidos tienen su estación favorita. Nuestros órganos también tienen su estación. Por último, el cuerpo es lugar privilegiado del encuentro con Dios-Diosa: el corazón. Su Palabra se hace carne en cada poro de nuestra piel, se hace historia presente y palpable en la inmediatez de nuestros gestos y palabras.

Contemplar nuestro cuerpo, dejarle que en su movimiento se exprese en lo más hondo de nuestro ser, liberar la ternura contenida en nuestras manos, en nuestra voz, en nuestro rostro... es acoger y abrazar al Dios-Diosa que se derrama en ternura hacia nosotros; es establecer un dialogo liberador desde nuestra verdad rnás profunda. 

Cuando dejamos que el sol acaricie nuestro cuerpo, cuando nuestra mirada se inunda de belleza, cuando el lIanto nos estremece... ahí está Dios-Diosa. Sin embargo, en múltiples ocasiones el cuerpo de las mujeres ha sido maltratado y agredido. 

Se Ie ha negado su capacidad de sentir y de gozar, se Ie ha culpabilizado y estigmatizado. Se han controlado y estipulado sus modos de expresarse y de entregarse. Y en especial, toda nuestra realidad sexuada que ha sido vista casi exclusivamente en términos de genitalidad, propio de una mentalidad patriarcal. 

Expresiones como vergüenza, pecado, gestos prohibidos, suciedad, culpabilidad, bajas pasiones... forman parte del contexto que ha enmarcado la vivencia de nuestra sexualidad. Nuestra identidad como mujeres seguirá quebrada mientras el tabú, los dobles lenguajes y el silencio siga siendo lo prioritario.

Es preciso adentrarnos en el conocimiento de nuestro cuerpo, atrevernos a nombrar nuestros deseos, nuestras necesidades, reconocernos y celebrarnos en que nos causa placer y satisfacción, es preciso romper las fuentes de poder que nos mantienen atadas y abrirnos a la potencia vivificante que nace de · nosotras mismas, también de nuestra sexualidad. 

Cuando nos adentramos en este camino apasionante sentimos la necesidad de volvernos creativamente hacia la Palabra de Dios-Diosa y nos urge releer los textos bíblicos desde nuestro cuerpo de mujer. 

Es indudable la influencia que la Biblia ha tenido y sigue teniendo en nuestras existencias, y también en el modo de vivenciar nuestro cuerpo. No siempre, ni los textos ni sus interpretaciones han sido liberadoras y potenciadoras. 

No siempre, nos han llevado a experimentarnos satisfechas y felices por el hecho de ser mujeres, sino que en muchas ocasiones han reforzado una imagen de mujer débil, disminuida, impura, obediente al varón, destinada a la procreación. 

Desde algunos de ellos, se han minado las bases de nuestra autoestima y se ha justificado nuestra marginación y auto-marginación. 

La reflexión bíblica se ha mantenido ausente de estas preocupaciones. Llevada adelante durante siglos y siglos exclusivamente por algunos varones célibes. No han dialogado con estas realidades, ha hecho desde presupuestos meramente filosóficos y metafísicos, o
más desde preocupaciones morales. 

Los mismos textos, gestados al interior del patriarcado, nos han transmitido una ética de la corporeidad, en gran medida, represiva y negativa. La antropología bíblica aún no ha afrontado directa y abiertamente el diálogo con una de las preocupaciones que actualmente ocupa el centro de las experiencias, reflexiones e inquietudes contemporáneas: la mujer, y más en concreto su dimensión corporal. 

Categorías como genera y corporalidad son decisivas en las investigaciones y experiencias de muchas mujeres, y cada vez, de más hombres. Pierre Bourdieu, citado por Bianciott (1) afirma que la socialización diferenciada según sexo/género se inscribe en los cuerpos, moldeándolos de forma particular, marcándoles límites y posibilidades.

Que el disciplinamiento de los cuerpos produce hábitos diferenciados y diferenciadores que determinan una somatización de las relaciones de dominación.

Que en el cuerpo se hacen carne las relaciones sociales de poder, que él las contiene, las expresa, las somatiza. Judith Butler pone en cuestión aquellas concepciones que han desestimado al cuerpo considerándolo una facticidad muda a la espera de ser significada a través de una conciencia trascendente e inmaterial. 

Se pregunta qué es lo que ha apartado al cuerpo “como algo indiferente a la significación, y a como el acto de una conciencia desencarnada” (Butler, 2007: 255). 

En Bourdieu es en el cuerpo en donde se teje la subordinación, la somatización de la dominación, la experiencia dóxica con el orden social. En Butler el cuerpo como materialidad que se estiliza iterativamente produce sujetos, produce devenires identitarios: “El principal mecanismo de dominación opera a través de la manipulación inconsciente del cuerpo” (Bourdieu, 2003: 299).

Esto implica que el orden de las cosas se hace carne en los cuerpos, que los cuerpos son producto y reflejo de las condiciones en las que viven, condiciones que forman sujetos particulares a través de un trabajo de incorporación de unos esquemas de percepción que, producidos socialmente, se aprehenden. individualmente en diálogo con las prerrogativas sociales y bajo un proceso de monitoreo colectivo. 

Las posiciones que ocupamos dentro de las jerarquías del orden social devienen habitus; nos convertimos así en sujetos distinguidos o vulgares, en sujetos feminizados o masculinizados, entre otros: “(…) el espacio de las posiciones sociales se retraduce en un espacio de tomas de posición a través del espacio de las disposiciones (o de los habitus) (…) 

El habitus es ese principio generador y unificador que retraduce las características intrínsecas y relacionales de una posición en un estilo de vida unitario, es decir un conjunto unitario de elección de personas, de bienes y de prácticas” (Bianciott, 2011). 

Tanto mujeres como varones, incluimos en nuestro aprendizaje de la identidad de género como uno de nuestros valores el cuerpo (cuando se es joven o maduro-a admirado-a/criticado-a por los-as demás) y que ser evaluado por ello es parte intrínseca y totalmente normal de nuestro ser mujer u hombre. ¡Cuánto sufrimiento malgastado, cuánto tiempo derrochado, cuando nuestro cuerpo no cumple con el modelo impuesto!

Pilar Pascual (2), pastor, plantea que la belleza, término abstracto donde los haya, subjetivo, generador de discusión, debate y por supuesto, controversia en todos los campos donde se intenta definir. 

Todos excepto cuando hablamos de la belleza femenina-masculina, en la que parece haber un acuerdo casi total, que sólo varía dependiendo del momento histórico.

En la actualidad, parece que son bellas las mujeres jóvenes, blancas, caucásicas, extremadamente delgadas, mejor rubias, mejor con labios y pómulos abultados, clavículas marcadas, pechos generosos y por supuesto occidentales, porque este modelo-tipo lo impone occidente.

En cada época histórica, en las sociedades patriarcales se decide el canon de belleza que debe regir, normalmente muy difícil de cumplir para la mayoría de las mujeres u hombres, y se convierte en uno de sus referentes para casi todas las mujeres u hombres en dicha sociedad. 

Así es como aprendemos a valorar nuestro bienestar, en función de que nuestro cuerpo se acerque más, o menos a dicho canon.

Todas sabemos el tiempo que consumimos pensando si nuestro cuerpo está bien o mal, si entra en un pantalón o en otro, y todo el sufrimiento y amargura que esto genera. Ahora vamos a intentar un ejercicio de imaginación: ¿qué sería del mundo si las mujeres y hombres hubieran aprovechado todo ese tiempo y esfuerzo, en algún objetivo más productivo y beneficioso para todas/os nosotras/os? Seguramente el mundo sería otro.

Pero, en realidad, ¿a quién interesa que estemos embobadas en la absurda tarea de conseguir, la mayoría de las veces, un imposible?

Contestar a esta pregunta es llegar al fondo de la cuestión, al hecho de que incitar a las mujeres y hombres desde pequeñitas/os a perseguir un canon de belleza absurdo, es tenerlas/os muy ocupadas/os y aturdidas/os, para así mantener la esencia del sistema social patriarcal y que sus medios de comunicación sigan ejerciendo el poder y el control.

Como siempre, no dejamos de sorprendemos ante la tremenda sutileza y sobre todo, la gran eficacia educativa del machismo.

La fórmula que nos venden es la siguiente: si quieres aliviar tus sufrimiento(paradójicamente), quítate el doble mentón, succiónate la celulitis, ponte otra nariz, rellena tus labios, borra tus rasgos étnicos, aumenta tus pechos, o inyéctate una toxina botulínica (botox) para rellenar tus arrugas (eso sí cada cuatro meses, que no es eterna), entonces serás feliz (ligarás mucho, conseguirás un hombre o una mujer, el ascenso que esperabas,…) y tendrás más éxito (en todo lo que te propongas), porque parecerás más joven.

El culto al cuerpo y a la juventud en la actualidad se está convirtiendo en una de las mayores obsesiones de las personas.

Según Marta Iglesias (2006) (3) el dinero que actualmente el primer mundo invierte en cremas, tratamientos de belleza, gimnasios y cirugía estética, permitiría reducir significativamente hambre y enfermedades.

Mientras que los estadounidenses son los que gastan más dinero en este concepto, España tiene el dudoso honor de ser el primer país de la UE en operaciones de cirugía estética. La belleza se ha convertido en un objeto de consumo al alcance de todos, que nos promete juventud de por vida.

Prosigue Marta Iglesias que en cualquier revista de las consideradas femeninas, pero también en suplementos dominicales y en la sección de belleza de los semanarios de política es posible encontrar reportajes dedicados a las nuevas cremas del mercado. 

A través de ellos, comenta Iglesias, el gran público sabe que la crema por la que sienten debilidad las famosas cuesta 210€, o cuál es la antiarrugas más conocida del mundo por su eficacia y su asequible precio de 12€. Todos los sectores sociales se han rendido al llamado mercado de la eterna juventud, a la lucha contra la arruga, e invierten lo que pueden en ello.

De hecho, hay estudios que afirman que entre los ciudadanos de EE.UU. y Europa se gastan al año 20.000 millones de dólares en la compra de cosméticos, cantidad con la que se podría alfabetizar tres veces la población del planeta.

Se puede preguntar por qué esa obsesión por combatir la arruga. Elena Gismero (citada por Iglesias), Doctora en Psicología de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, asegura que "hay una presión social importantísima hacia dos cosas: la delgadez y la juventud. Parece que tener arrugas o signos de envejecimiento es un problema".

La necesidad de una piel sin arrugas, firme, sin manchas, con poros cerrados y sin granos ha ido más allá que las simples cremas, las limpiezas de cutis y los tratamientos que practica la esteticista.

Según un informe de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética, coa (ISAPS), continúa Iglesias, el bótox es el tratamiento más demandado del mundo. No entra en la categoría de cirugía porque no es una operación, sino que mediante un pinchazo se inyecta bajo la piel del cliente una ínfima dosis de la toxina botulínica tipo A. 

Este líquido paralizante es un veneno que actúa localmente, bloqueando los impulsos nerviosos que controlan los movimientos musculares. Así, la frente no se arrugará aunque reciba la orden de fruncir el ceño, dando la apariencia de piel sin arrugas.

Termina Iglesias, que a través de los medios de comunicación difícilmente recibiremos el mensaje de que somos bellos tal y como estamos, porque nuestra insatisfacción corporal genera cantidades ingentes de dinero para los fabricantes de cosméticos, los gimnasios, las esteticistas, los centros estéticos, los cirujanos.

Los psicólogos habitualmente están de acuerdo, en que sólo la aceptación de uno-a mismo-a, la reflexión profunda y la capacidad crítica nos llevarán por caminos personales que cuestionen las normas que el exterior nos marca.
Para ayudarnos en la tarea, Elena Gismero nos da una definición de belleza sobre la que merece la pena reflexionar: "La belleza no es como una foto fija, sino que está formada de muchas cosas. El bienestar con uno-a no se refleja solamente en el físico sino también en la forma de hablar, en la seguridad, los movimientos corporales, los gestos, la expresividad.

Eso forma parte del encanto y el atractivo de una persona. No es malo cuidar la estética, pero no es lo único de lo que nos deberíamos ocupar. Hay dimensiones más profundas en nosotros para cuidar". Mientras, millones de euros engrosan las cuentas de médicos y multinacionales.





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(1) Cfr. Bianciott, María Celeste (2011). Aportes de Judith Butler y Pierre Bourdieu. Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad. Argentina.
http://www.relaces.com.ar/index.php/relaces/article/viewFile/83/92

(2) Cfr. Pascual, Pilar. La cirugía estética y el botox para mujeres imperfectas (2012). Mujeres para la salud A.M.S
https://www.fuhem.es/media/cdv/file/biblioteca/Boletin_ECOS/10/ecofeminismo_propuesta_repensar_presente.pdf

(3) Cfr. Iglesias Marta (2006) El Mercado de la eterna juventud. Artículo. Rebelión
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=32821
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