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8 de enero de 2017

DERROTA DEL SISTEMA REPRESENTACIONAL FEMENINO







Imagen: "Bañada de luz"- Ana Luisa Muñoz Flores







Los estudios arqueológicos, demuestran que otro sistema simbólico prevaleció antes de las sociedades cazadoras, un mundo relacional, sin jerarquizaciones, centrada en la creatividad y en la cual se daba acogida a todos sus integrantes, relacionales, integrados, unificados a la naturaleza. 

Esta es una etapa sin héroes, sin guerras y sin historias de guerra, en concordancia con las leyes naturales. 

Algunos creen que esto correspondería a la etapa paradisíaca, donde no se tendría nociones “del bien o del mal”. 

Esta noción de lo “femenino”, como el ser que “acoge”, “consuela”, “escucha”, “regocija”, “acuna”, “protege”, “nos alimenta” lo encontramos nuevamente cada uno de nosotros, en el vientre de nuestra madre. 

Todos estos recuerdos inconscientes primitivos de un sentimiento de bienestar, que se rompe abruptamente al incorporarse a una sociedad competitiva, perdiéndose las confianzas y dando paso al miedo. Y paradójicamente, es nuestra propia madre quien nos advierte y alerta de los peligros circundantes. 

El arquetipo femenino, lo encontramos en antiguas diosas: Diosa pájaro del Neolítico, las palomas pertenecientes a la diosa sumeria Innana, Isis la egipcia, Afrodita griega, la dama de pazardzik, entre muchas diosas antiguas, las cuales derivaron arquetípicamente en el culto mariano, lo cual a su vez, no es percibida de la misma forma en las diferentes culturas, para algunos patrona de guerras, para otros consoladora de los oprimidos. En fin, hay un amplio espectro de interpretaciones para una misma identidad. 

Después del vientre y de la vida, somos recibidos por un segundo vientre: la tierra y el volver a nacer en un nuevo ciclo. Lo femenino, como sentido de unidad y en permanente renovación. 

El útero oscuro de la diosa había sido la cueva templo, y se escondía en las profundidades de la tierra. 

Los pueblos cazadores dieron una feroz guerra a las representaciones simbólicas femeninas del mundo, por el solo hecho que su cuerpo representaba los misterios de la creación cuando da a luz. 

Por aquel tiempo se la dotaba de poder mágico, para encarnar la relación existente entre los órdenes visibles e invisibles, ayudando a los cultivos a crecer, a los árboles a dar frutos y a los animales a permanecer fértiles. 

Todas eran actividades de la diosa para alimentar, formar, tejer y transformar la vida. 

Con el sometimiento de los pueblos agrícolas por parte de los feroces guerreros y sus respectivas cosmologías, comienza una nueva era, conmocionando toda la historia de la humanidad y transformándola en una historia dramática de guerras, héroes, dominantes y sometidos y concentración de las riquezas, que amenazan a la humanidad a sucumbir. 




ANA LUISA MUÑOZ FLORES-Chile- Enero 08 de 2017

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