Imagen: "Gaia". Ana Luisa Muñoz Flores. alumuflores
Leonardo Boff: El problema no es la Tierra, sino nuestra relación con ella
Publicado en: Medio ambiente y cambio climático
En este artículo: Cambio Climático, Copenhague, Cuba, Leonardo Boff, Medio Ambiente, Organización de las Naciones Unidas (ONU)
Las
movilizaciones sociales y los alardes sobre los perjuicios que la acción humana
viene causando al medio ambiente no fueron suficientes para garantizar la
concreción de acuerdos eficaces durante la 15ª Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Cambios Climáticos (COP-15), concluida el viernes (18) en
Copenhague, Dinamarca.
Los
líderes mundiales demostraron una vez más la preferencia por el desarrollo del
capital en detrimento de la vida. Aún así, la postura de desdén para con los
problemas climáticos del planeta no está paralizando las acciones de la
población en su lucha por pequeños cambios. La evidencia dada a la causa
ambiental ha servido para generar conciencia y, de a poco, cambiar malos
hábitos de consumo. “El lugar más inmediato es comenzar por cada uno”, sostiene
Leonardo Boff.
En
entrevista con ADITAL, el teólogo, filósofo y escritor habla sobre la necesidad
de comenzar los cambios en nosotros que van a beneficiar a la Tierra. “Cada uno
en su lugar, cada comunidad, cada entidad, en fin, todos debemos comenzar a
hacer algo para dar un rumbo diferente a nuestra presencia en este planeta”.
Para Boff, no debemos depositar nuestras esperanzas en las decisiones que
vienen de arriba.
Adital – ¿Cree usted en la
voluntad política de los grandes líderes mundiales para revertir la situación
climática en la que se encuentra nuestro planeta?
Leonardo
Boff – No, no creo. Los grandes no tienen ninguna preocupación que vaya más
allá de sus intereses materiales. Todas las políticas que hasta ahora fueron
pensadas y proyectadas por el G-20 apuntan a salvar el sistema
económico-financiero, con correcciones y regulaciones (que hasta ahora no se
realizaron) para que todo vuelva a lo que era antes. Antes reinaba la
especulación más desvergonzada que se pueda imaginar. Basta pensar que el
capital productivo, aquél que se encuentra en las fábricas y en el proceso de
generación de bienes, suma 60.000 billones de dólares.
El
capital especulativo, basado en papeles, alcanzaba la cifra de 500.000
billones. Circulaba en las bolsas especulativas del mundo entero, gerenciado
por verdaderos ladrones y falsarios. La verdadera alternativa sólo puede ser:
salvar la vida y la Tierra y poner la economía al servicio de estas dos
prioridades. Hay una tendencia al suicidio dentro del capitalismo: prefiere
morir o hacer morir antes que renunciar a sus beneficios.
Adital – Aunque fue muy
esperada la COP 15, que se realiza en Copenhague, Dinamarca, parece no apuntar
hacia resultados eficaces y hacia compromisos más serios. ¿Cuál debe ser el
papel de la sociedad civil en caso de que los resultados no sean los esperados?
Leonardo
Boff – Llegamos a un punto en el que todos seremos afectados por los cambios
climáticos. Todos corremos riesgos, inclusive el de que gran parte de la
humanidad tenga que desaparecer por no conseguir adaptarse ni mitigar los
efectos maléficos del calentamiento global. No podemos confiar nuestro destino
a representantes políticos que, en realidad, no representan a sus pueblos sino
a los capitales con sus intereses presentes en sus pueblos. Necesitamos
nosotros mismos asumir una tarea salvadora. Cada uno en su lugar, cada
comunidad, cada entidad, en fin, todos debemos comenzar a hacer algo para dar
un rumbo diferente a nuestra presencia en este planeta. Si no podemos cambiar
el mundo, sí podemos cambiar este pedazo de mundo que somos cada uno de
nosotros.
Sabemos
gracias a la nueva biología y por la física de las energías que toda actividad
positiva, que va en la dirección de la lógica de la vida, produce una
resonancia morfogenética, tal como se dice. En otras palabras, el bien que
hacemos no queda reducido a nuestro espacio personal. Ese bien resuena lejos,
se irradia y entra en las redes de energía que vinculan a todos con todos,
reforzando el sentido profundo de la vida. De ahí pueden ocurrir surgimientos
sorprendentes que apunten hacia un nuevo modo de vivir sobre el planeta y
nuevas relaciones personales y sociales más inclusivas, solidarias y compasivas.
Efectivamente, se nota por todos lados que la humanidad no está inmóvil ni
endurecida por las perplejidades. Miles de movimientos están buscando formas
nuevas de producción y alternativas que respondan a los desafíos.
Solamente
hablando de ONGs, existen más de un millón en el mundo entero. Es un movimiento
de base y no de cúpulas, las cuales siempre interrumpen los cambios.
Adital – Nunca las cuestiones
ambientales estuvieron tan en evidencia como en los últimos años. Términos como
“calentamiento global” y “cambios climáticos”, a pesar de varios alertas
realizados hace bastante tiempo, hoy son parte de la vida cotidiana de mucha
gente en todo el planeta. ¿En esta “crisis de civilización” todavía hay tiempo
para hacer algo? ¿De dónde podrá venir esa “salvación”?
Leonardo
Boff – Si trabajamos con los parámetros de la física clásica, la inaugurada por
Newton, Galileo Galilei y Francis Bacon, orientada por la relación
causa-efecto, estamos perdidos. No tenemos tiempo suficiente para introducir
cambios, ni sabiduría para aplicarlos. Iríamos fatalmente al encuentro de lo
peor. Pero si cambiamos de registro y pensamos en términos de proceso
evolutivo, cuya lógica viene descrita por la física cuántica que ya no trabaja
con materia sino con energía (la materia, por la fórmula de Einstein, es
energía altamente condensada), ahí el escenario cambia de figura.
Del
caos nace un nuevo orden. Las turbulencias actuales preanuncian una emergencia
nueva, venida de aquel trasfondo de Energía que subyace en el universo y en
cada ser (llamado también Vacío Cuántico o Fuente Originaria de todo ser). Las
emergencias o surgimientos introducen una ruptura e inauguran algo nuevo
todavía no ensayado. Así, no sería extraño que de repente, los seres humanos
volvieran en sí y pensaran una articulación central de la humanidad para
atender las demandas de todos con los recursos de la Tierra, recursos que, si
son racionalmente gerenciados, son suficientes para nosotros los humanos y para
toda la comunidad de vida (animales, plantas y otros seres vivos).
Posiblemente,
llegaríamos a esto sólo ante un peligro inminente o después de un desastre de
grandes proporciones. Ya decía Hegel: el ser humano no aprende nada de la
historia, sino que aprende todo del sufrimiento. Prefiero a San Agustín que en las
Confesiones reflexionaba: el ser humano aprende a partir de dos fuentes de
experiencia: el sufrimiento y el amor. El sufrimiento por la Madre Tierra y por
sus hijos e hijas y el amor por nuestra propia vida y supervivencia van a
salvarnos.
Entonces,
no estaríamos frente a un escenario de tragedia cuyo fin es fatal o inevitable
sino de una crisis que nos acrisola y purifica y nos crea la oportunidad de un
salto rumbo a un nuevo ensayo civilizatorio, éste sí, caracterizado por el
cuidado y por la responsabilidad colectiva por la única Casa Común y por todos
sus habitantes.
Adital
– Hay varias demandas pidiendo que la Corte Penal Internacional reconozca los
delitos ambientales como crímenes de lesa humanidad. ¿Usted piensa que sería
una alternativa?
Leonardo
Boff – Las leyes solamente tienen sentido y funcionan cuando previamente se ha
creado una nueva conciencia con los valores ligados al respeto y al cuidado de
la vida y de la Tierra, percibida como nuestra Madre, pues nos provee todo lo
que necesitamos para vivir. Si existe esa conciencia, puede materializarse en
leyes, tribunales y cortes que hagan justicia a la vida, a la Humanidad y a la
Tierra con castigos ejemplares. En el caso contrario, los tribunales sólo
tienen un carácter legalista, de difícil aplicación, sin su necesaria aura
moral, que le confiera legitimidad y reconocimiento por parte de todos.
Entonces
debemos primero trabajar en la creación de esa nueva conciencia. Yo mismo estoy
trabajando con un pequeño grupo, a pedido de la Presidencia de la Asamblea de
la ONU, en una Declaración Universal del Bien Común de la Tierra y de la
Humanidad. Esa declaración deberá difundirse por todos los medios de
comunicación, especialmente por Internet, para favorecer la creación de esta
nueva conciencia de la humanidad. La nueva centralidad no es más el desarrollo
sustentable, sino la vida, la humanidad y la Tierra, entendida como Gaia, un
superorganismo vivo.
Adital – Por otro lado, no se
piensa en nada orientado hacia el consumo, por ejemplo, que no tenga interferencia
directa en el caos que se produjo en la Tierra. ¿Podría hablar un poco sobre
eso?
Leonardo
Boff – El propósito de todo el proyecto de la modernidad, nacido en el siglo
XVI, está asentado sobre la voluntad de poder que se traduce en la voluntad de
enriquecimiento, que presupone la dominación y explotación ilimitada de los
recursos y servicios de la Tierra. En nombre de esta intención se construyó el
proyecto-mundo, primero por las potencias ibéricas, después por las
centroeuropeas y finalmente por la hegemonía estadounidense. Al principio no
había cómo darse cuenta de las consecuencias funestas de esta empresa, pues
ésta incluía entender la Tierra como un simple baúl de recursos, algo sin
espíritu que podría ser tratado como quisiéramos. Surgió el gran instrumento de
la tecno-ciencia que facilitó la concreción de este proyecto. Transformó el
mundo, surgió la sociedad industrial y actualmente la sociedad de la
información y de la automatización.
Toda
esta civilización ofrece a los seres humanos, como felicidad, la capacidad de
consumo sin obstáculos, sea de bienes naturales, sea de bienes industriales.
Llegamos a un punto en el que consumimos un 30% más de lo que la Tierra puede
reproducir. Ella está perdiendo más y más sustentabilidad y su biocapacidad;
simplemente no aguanta más el nivel excesivo de consumo por parte de los dueños
del poder y de los controladores del proceso de la modernidad.
El
20% de los más ricos consume el 82,4% de toda la riqueza de la Tierra, mientras
que el 20% de los más pobres tiene que contentarse con sólo el 1,6% de la
riqueza total. Ahora nos damos cuenta de que una Tierra limitada no soporta un
proyecto ilimitado. Si quisiéramos universalizar el nivel de consumo de los
países ricos para toda la Humanidad, los cálculos ya fueron hechos:
necesitaríamos por lo menos 3 Tierras iguales a ésta, lo que se revela como una
imposibilidad. Tenemos que cambiar, en el caso de que queramos superar esta
injusticia social y ecológica universal y tener un mínimo de equidad entre
todos.
Adital – ¿Hasta qué punto cree
usted que la sociedad civil organizada puede ser agente de una nueva práctica
de consumo?
Leonardo
Boff – Se debe comenzar por algún lugar. El lugar más inmediato es comenzar por
cada uno. El desafío, frente al problema universal, es convencerse de que
podemos ser más con menos. Importa hacer la opción por una simplicidad
voluntaria y por un consumo compasivo y solidario pensando en todos los demás
hermanos y hermanas y demás seres vivos de la naturaleza que padecen hambre y están
sufriendo todo tipo de carencias. Pero para ello, debemos realizar la
experiencia radicalmente humana de que de hecho todos somos hermanos y hermanas
y que somos ecointerdependientes y que formamos una comunidad de vida.
La
economía se orientará para producir lo que realmente necesitamos para vivir y
no para acumular ni para lo superfluo, una economía de lo suficiente y de lo
decente para todos, respetando los límites ecológicos de cada ecosistema y
obedeciendo los ritmos de la naturaleza. Esto es posible. Pero precisamos de
una “metanoia” bíblica, de una transformación de nuestros hábitos, de nuestra
mente y de nuestros corazones. Esta transformación constituye la
espiritualidad. No es facultativa, es necesaria. Cada uno es como una gota de
lluvia. Una moja poco. Pero millones y millones de gotas hacen una tempestad,
ahora es necesario un tsunami del bien.
Adital – Brasil, a causa de la
Floresta Amazónica y otras florestas nativas, debería tener un papel
fundamental en la cuestión ambiental. ¿Cómo evalúa usted la postura del
gobierno brasilero en relación con el tema?
Leonardo
Boff – El gobierno brasilero no acumuló todavía la suficiente masa crítica ni
la conciencia de la importancia de la floresta amazónica en la consecución del
equilibrio climático de toda la Tierra. Si el problema es el exceso de dióxido
de carbono en la atmosfera, entonces son las florestas las grandes
secuestradoras de este gas que produce el efecto invernadero y, en
consecuencia, el calentamiento global.
Ellas
absorben los gases contaminantes por medio de la fotosíntesis y los transforman
en biomasa, liberando oxígeno. En vez de establecer la meta de deforestación
cero y en esa posición ser rígido e implacable, por amor a la humanidad y a la
Tierra, el gobierno establece que para 2020 va a reducir la deforestación en un
15%. Y hay políticas contradictorias, pues por un lado el Ministerio de Medio
Ambiente combate la deforestación, y por el otro el BNDS financia proyectos de
expansión de la soja y de la actividad pecuaria que avanzan sobre la floresta.
Por detrás están los grandes intereses del agronegocio que presionan al
gobierno a mantener una política flexible y que daña para el equilibrio de la
Tierra.
Adital – Se ve la gran
actuación de movimientos sociales y entidades en defensa de la naturaleza,
reclamando más de sus gobiernos en ámbitos internacionales. ¿Cree que hay, en
este momento, más empoderamiento?
Leonardo
Boff – Pienso que la Cumbre de Copenhague tendrá una función semejante a la que
tuvo la Eco-92 en Río de Janeiro. Después de la Eco-92 surgió en el mundo
entero la cuestión de la sustentabilidad y de la crítica al sistema del capital
visto como esencialmente anti-ecológico, pues implica una producción ilimitada
a costa de la extracción ilimitada de los recursos y servicios de la
naturaleza. Creo que a partir de ahora la Humanidad tomará conciencia de que, a
partir de la sociedad civil mundial, de los movimientos, organizaciones,
instituciones, religiones e iglesias, cambia de rumbo o tendrá que aceptar
entonces la aniquilación de la biodiversidad y el riesgo del exterminio de
millones y millones de seres humanos, no excluida la eventualidad de la
desaparición de la propia especie humana.
Esta
conciencia va a encontrar los medios para presionar a las empresas, a los
grandes emprendimientos y a los Estados para hallar una nueva relación con la
Tierra. El problema no es la Tierra, sino nuestra relación para con ella,
relación de agresión y de explotación implacable. Necesitamos establecer un
acuerdo Tierra y Humanidad para que ambos puedan convivir
interdependientemente, con sinergia y espíritu de reciprocidad. Sin esto no
tendremos futuro. El futuro vendrá a partir de la fuerza de la simiente, es
decir, de las prácticas humanas personales y comunitarias que crean redes,
ganan fuerza y consiguen imponer un nuevo orden que garantizará un nuevo tipo
de historia.
Traducción: Daniel Barrantes –
barrantes.daniel@gmail.com
Fuente: http://www.cubadebate.cu/noticias/2009/12/27/entrevista-leonardo-boff-copenhague-cambio-climatico/#.WW-964Q1_IU
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