Crear nuestra vida como queremos que sea y darle la forma que
queramos.
Las cosas no son como deben ser, son como son. Son como las hemos
hecho, como las hemos construido poco a poco, día tras día, por años. Por ello,
ya que nada es permanente en este mundo cambiante, tenemos siempre la
oportunidad de crear nuestra vida como queremos que sea y darle la forma que
queramos.
Podemos mirar la vida como un gran caldero sensual y mágico, lleno de
colores, olores, sabores, texturas y formas. Todos estos elementos son sagrados
y forman nuestra cotidianidad. Combinados de diferentes maneras son hechizos
que alteran nuestra realidad, si estamos dispuestos a permitírnoslo. Si
aceptamos la oscuridad, viviremos enfocados en ella. Si vivimos cegados por la
luz, no veremos nada. Si entendemos la dificilísima dualidad del mundo,
experimentaremos una realidad más amplia.
Hemos hecho la vida de una manera. Nos la hemos hecho tal como la
vivimos ahora. En este momento de nuevos comienzos, podemos meter en el gran
caldero los nuevos ingredientes que queremos usar para crear un hechizo de amor
a la vida y de cambio positivo. Lo importante es mantener el caldero siempre
bullendo, en movimiento y no perderlo de vista.
El caldero, símbolo de la Diosa en el panteón celta, ejemplifica la
regeneración, es el útero simbólico, en el cual la Diosa revivía a los
guerreros muertos en batalla, de la noche a la mañana. Posteriormente fue
cristianizado y se asoció y reemplazó con el santo Grial. Las diosas celtas
Cerridwen, Brigit y Branwen comparten este símbolo.
Cerridwen era la diosa galesa de la regeneración, la sabiduría y la
inspiración. El camino de esta diosa, frecuentemente asociada al aspecto de la
anciana, es difícil, ya que representa el aspecto más oscuro de la Diosa. Ella
puede brindar conocimiento, verdad y sabiduría, que a su vez son la fuente de
la poesía; sin embargo, pondrá a prueba a los aspirantes, puesto deben probar
si se merecen aquello que buscan. Como maestra puede tomar cualquier forma y
presentarse ante el o la aspirante como una prueba física o psíquica. Su camino
es el de la transformación absoluta, tal como se relata a continuación:
Cerridwen vivía en una isla situada en el lago Tegid de Gales con sus
dos hijos: Creidwy, su bellísima y luminosa hija, y Afagdu, feo, oscuro y
malvado. La Diosa, como madre que era, sufría por el infortunio de su hijo, por
lo que decidió elaborar una poción mágica para su amado hijo, que le daría un
alma hermosa y poseería los dones de la sabiduría y la inteligencia.
Dentro de su enorme caldero combinó hierbas sagradas, risas de niño,
cantos de aves, historias maravillosas, agua pura de manantial y lo puso al
fuego de troncos de roble, fresno y espino. El contenido tenía que cocerse por
trece lunas llenas y un día. Se acercaba la fecha y Cerridwen fue a buscar el
último ingrediente que le faltaba, el primer narciso florecido durante la
última luna llena.
Para que cuidara de la poción llamó a un niño llamado Gwion y le
advirtió que no debía perderse una sola gota y que ella lo sabría si él se
descuidaba. El pequeño se subió a lo alto de un viejo tronco de roble y con un
gran palo de escoba meció la poción sin parar. Pero el tronco era viejo y
podrido y se rompió. El pequeño cayó y el círculo de madera del fuego se
proyectó hacia arriba haciendo hervir, burbujear y salpicar el contenido del
caldero. Tres gotas saltaron y quemaron los dedos de Gwion, quien se los metió
a la boca, para aplacar el dolor.
En ese mismo momento sus ojos se abrieron de par en par y oyó todo lo
del mundo y conoció todos los misterios. Vio el futuro y comprendió el pasado y
supo que cuando volviera Cerridwen se pondría furiosa, puesto que él, un
mortal, poseía los dones que ella había reservado para su hijo. Por ello se transformó
en liebre y corrió rápidamente. Al instante la Diosa supo la verdad y fue tras
el pequeño, transformada en galgo, con sus rojas mandíbulas persiguiendo la
blanca cola de la liebre. Gwion llegó a un río y se transformó en salmón, pero
Ella se transformó en nutria y nadó veloz tras el pez.
Entonces él se convirtió
en una paloma y voló alto en el cielo, pero la diosa se transformó en halcón y
con sus garras estuvo a punto de atrapar a la pequeña ave, que se transformó en
un grano de trigo y cayó en un granero. Ella entonces se volvió una gallina
negra, lo buscó entre todos esos granos. Lo encontró y se lo tragó.
Al volver a su forma de Diosa, el grano en su interior se transformó
en un bebé, al cual llevó en su vientre por nueve meses. Cuando nació no pudo
hacerle daño, pues era su hijo, por lo que lo dejó en una mágica cuna, flotando
sobre las resplandecientes aguas de un lago. Lo encontró un príncipe, quien lo
adoptó, lo nombró Taliesin y lo crió como su propio hijo. Cuando creció, fue el
más famoso de todos los poetas, hasta el punto que los sabios y los necios
viajaban de todos los confines de la tierra para escuchar sus maravillosas
odas.
Del mito tenemos que no sólo es necesario tener los ingredientes que queremos en nuestra poción, en el caldero de la vida, sino que se debe trabajarlos con atención, concentración y cuidado, como la trece lunas y un día en el cual trabajó Cerridwen y el pequeño Gwion. Para poder ver el resultado del trabajo de creación espiritual se requiere pasar por varias pruebas, que pueden parecer insuperables.
Por último, la poesía es un lenguaje y un
espiritual y todos los que buscamos el conocimiento y la sabiduría, podemos
encontrar que el camino que lleva a Gwion a convertirse en Taliesin, está en el
trabajo y seno de la Diosa.
Bibliografía:
CUROTT, Phyllis, El Diario de
una Bruja, Ed. Robinbook, Barcelona, 2004.
HUSAIN, Shahrukh, La Diosa,
Taschen, Singapore, 2006.
ALBERRO, M., “La diosa de la
soberanía en la religión, la mitología y el folklore de los celtas y otros
pueblos de la Antigüedad”, Anuario Brigantino 2003, nº 26
CERRIDWEN´S OIL en https://moonflowermagick.com/listing/268536677/cerridwen-oil-13oz-glass-roll-on-goddess
THE BIRTH OF TALIESIN, en http://www.chalicecentre.net/cauldron-of-changes.html
FUENTE: http://diosasyhadas.blogspot.cl/
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