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8 de diciembre de 2016

ANDROCENTRISMO EN LA BIBLIA


Imagen: "Exclusión" - Ana Luisa Muñoz Flores 


Androcentrismo en la biblia


Se observa también un marco androcentrista en el relato de la creación de Eva (Gen 2,18-25) y de la caída original (Gen 3,1-19: literariamente se trata de un relato tardío, quizá del siglo X-IX, dice Boff), lo cual tuvo como consecuencia el reforzamiento de una exégesis masculinizante a través de todos los siglos. 

La mujer es formada de la costilla sacada de Adán. Este, al verla, dice: « ¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Hembra (ishá), porque la han sacado del Hombre (ish); por eso un hombre abandona padre y madre, se junta a su mujer y se hacen una sola carne» (2,23-25). La intención del autor sagrado es mostrar la unidad del varón y de la mujer y fundamentar la monogamia. 

Sin embargo, esta doctrina, que de suyo debería superar la discriminación de la mujer, acabó de hecho favoreciéndola. La anterioridad de Adán y la formación a partir de la costilla de Adán fueron interpretadas como superioridad masculina por la teología rabínica posterior. 

Todavía resalta con mayor claridad el antifeminismo en el relato del pecado: «Entonces la mujer cayó en la cuenta de que el árbol tentaba el apetito...; cogió fruta del árbol, comió y se la alargó a su marido, que comió con ella. Se les abrieron los ojos a los dos, y descubrieron que estaban desnudos» (Gen 3,6-7). 

Pero reflexiona de tal manera que arrastra consigo el antifeminismo presente en la cultura contemporánea: la mujer es el sexo débil, por eso es ella la que cae y la que seduce al varón. Esta debilidad primordial de la mujer servirá para justificar ideológicamente su sumisión histórica “Tendrás ansias de tu marido, y él te dominará” (Gén 3:16). 

Algunos textos bíblicos para legitimar una situación de hecho, la dominación del varón sobre la mujer. Según el relato de Gen 2,21-25 la mujer ha sido formada de la costilla de Adán y por eso depende él; Pablo, a la luz de esta afirmación, dirá que no es el varón el que procede de la mujer, sino la mujer del varón, estando por consiguiente sometida a él (1 Cor 11,7-9). De este relato se dedujo que la mujer no es propiamente imagen y semejanza de Dios, como lo es el varón. 

San Agustín, por su parte decía que pertenece al orden natural entre los seres humanos que las mujeres estén sometidas a los hombres y los hijos a los padres; porque es cuestión de justicia que la razón más débil se someta a la más fuerte. A esta ideologización de trasfondo bíblico-teológico se añadía otra de orden biológico. 

Como enseñaba santo Tomás, la mujer necesita del varón no solamente para engendrar, como hacen los animales, sino también para gobernar, ya que el varón es más perfecto debido a su razón y más fuerte debido a su valor. Semejante prejuicio sobre la insuficiencia de la mujer la hacía efectivamente incapaz de las responsabilidades públicas, tanto civiles como eclesiástica. 



Ana Luisa Muñoz Flores-Chile-Diciembre 2016

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