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14 de diciembre de 2016

EL PUEBLO DE ISRAEL COMO NOVIA DE YHVH





Imagen: Mural 8 de marzo- Municipalidad de la Florida- José Luis Toledo Bravo



EL PUEBLO DE ISRAEL COMO NOVIA DE YHVH 



La iconografía de la Diosa, expulsada, reaparece, ahora desplazada y disfrazada, en un nuevo e improbable contexto: como pueblo de Israel. De alguna manera, y presumiblemente de forma inconsciente, se recreó la anterior imagen mitológica. 

Los sacerdotes levitas y los profetas de los hebreos habían empleado la retórica de la guerra, situando a YHVH y al pueblo de Israel uno al lado del otro, como oponentes políticos y la religión de la Diosa. En el transcurso de la batalla, el dios padre que no estaba casado con diosa alguna, tomó como “esposa” terrenal al pueblo de Israel. 

Es decir, el lenguaje en el que se expresó esta relación adoptó la forma de la relación entre novio y novia, o quizás entre marido e hija- esposa. La figura del Padre, asociado al cumplimiento de los diez mandamientos. 

La fertilidad de la tierra y el bienestar del pueblo dependían de la fidelidad de Israel a su divino prometido y su Ley. Esta fertilidad, ya no depende de la unión anual del sacerdote rey con la sacerdotisa de la Diosa. Israel entonces, asumió la iconografía de la Diosa anterior, a la virgen y prostituta, ajustándose a una u otra imagen según “ella” obedeciese o no a la Ley y no se volviese a la Diosa cananea y de Baal. El castigo llegó sobre el pueblo de YHVH a causa de la infidelidad: 

“¡Pleitead con vuestra madre, pleitead, porque ella ya no es mi mujer y yo no soy su marido! 

¡Que quite de su rostro sus prostituciones y de entre sus pechos sus adulterios, no sea que yo la desnude toda entera, y la deje como el día en que nació, la deje convertida en desierto, la reduzca a tierra árida y la haga morir de sed! 

Por eso yo voy a seducirla, voy a llevarla al desierto, y le hablaré al corazón. 

Allí le daré sus viñas…y ella responderá allí como en los días de su juventud, como el día que subía del país de Egipto. Y sucederá en aquel día-oráculo de YHVH- que ella me llamará “Marido mío”, y no me llamará más “Baal mío” “(Os 2:4-5, 16-18). 

Aquí se ha invertido la importancia del matrimonio sagrado: Antaño, el rey se mantenía en su trono y aseguraba el bienestar de su tierra; ahora la prosperidad y el bienestar de una nación dependía de la fidelidad a YHVH y su Ley. 

El hombre y la mujer al no comprender el alcance de la Ley de los diez mandamientos, queda lo femenino supeditado a lo masculino, como sucede en el relato de Adán y Eva. 

Los sacerdotes hebreos de la edad del Hierro, no podían concebir la posibilidad entre Dios y Diosa, porque ésta era la imagen del detestado ritual cananeo, y además en su cultura las mujeres se consideraban inferiores a los hombres. Los hebreos exigían obediencia ciega de su esposa y sus hijos. 

El antiguo Testamento, tal como lo hemos analizado, carecía de “imagen femenina divina” en forma explícita.No hubo “diálogo, como lo hubo en Grecia, entre las visiones matriarcales y patriarcales de la vida. 

El pueblo hebreo, perdió el acceso que solía tener a los valores éticos que provenían de su experiencia de unión con la vida, animada por la presencia divina. Esto minó el anterior sentido de la sacralidad de la tierra y de la vida humana. Tal como se entendió a YHVH en ese entonces, la vida era sagrada porque él la había creado, no porque se encarnase en ella.

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Ana Luisa Muñoz Flores- Chile- Diciembre14 de 2016

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